Gramática Griega on Facebook

lunes, 13 de diciembre de 2010

ΙΣΤΟΡΙΑ, ιστορία (istoría)


HISTORIA: (Del lat. historĭa, y este del gr. ἱστορία).
1. f. Narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados.
2. f. Disciplina que estudia y narra estos sucesos.
3. f. Obra histórica compuesta por un escritor. La historia de Tucídides, de Tito Livio, de Mariana.
4. f. Conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación.
5. f. Conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella.
6. f. Relación de cualquier aventura o suceso. He aquí la historia de este negocio.
7. f. Narración inventada.
8. f. Mentira o pretexto.
9. f. coloq. Cuento, chisme, enredo. U. m. en pl.

Hace unos meses, la madre de una amiga inglesa me regaló un libro que ella acababa de leer. Se trataba de “The Return” El Retorno, de la escritora también inglesa Victoria Hislop. Cuando me lo dio, me comentó que creía que me podía gustar, que a ella le había apasionado, y eso que no conocía nada de lo que había pasado en España en la Guerra civil. “No sabía que es lo que había hecho Franco. Me ha puesto los pelos de punta”. 
Yo ya había leído la primera novela de esta escritora, “La Isla” y que trata de una leprosería que existía en una isla cercana a Creta, aquí en Grecia. Y me había gustado mucho, pero no podía juzgar mucho acerca de la veracidad de los datos utilizados por mi desconocimiento del lugar y de la época en la que transcurría.
Empecé el libro -al fin y al cabo, un bestseller de los llamados “lectura de playa”- con ciertas reservas. No tenía todas conmigo acerca de lo documentado que pudiera estar, ni de los conocimientos que esta mujer -todavía joven- pudiera tener de lo que pasó en nuestro país entre los años 36 y 39. Confieso que cuando vi que la excusa que ponía la escritora para mandar a la protagonista de la novela a pasar una temporadita en España eran unas clases de salsa, se me torció el gesto: “Otra que confunde lo español con lo latino”, pero seguí leyendo y me di cuenta de que no, que no lo confundía en absoluto, sino que lo utilizaba como truco para resaltar lo marginal del flamenco en aquellos días. Poco a poco me fui enganchando a la novela y en ella pude reconocer, aunque en inglés y desde el punto de vista de una extranjera, la terrible brecha que se había abierto en España por aquellos acontecimientos. Brecha que, setenta años después, sigue dolorosamente abierta.
El libro me gustó, me entretuvo, me emocionó y me hizo llorar de pena y de rabia. Y al final del libro, todavía encontré un documento -escrito por la misma Victoria Hislop- que me conmovió, y que me gustaría compartir con vosotros. Traduzco literalmente:
“El golpe militar liderado por el General Francisco Franco en Julio de 1936 pretendía ser rápido y decisivo, pero lo que hizo fue desembocar en una guerra civil que duró tres años y que devastó el país. Medio millón de personas murieron y un número similar tuvo que exiliarse. 
Después de 1939, cientos de miles de republicanos todavía languidecían en prisión y muchos fueron ilegalmente ajusticiados y enterrados en fosas comunes. Aquellos que habían luchado contra Franco experimentaron años de represión e incluso cuando el dictador fascista murió en 1975, mucha gente en España todavía silenció su experiencia. Hubo, en efecto, un “pacto de olvido”.
Treinta años después de que Franco muriera se dio un significativo paso adelante con la aprobación de la “Ley de la memoria histórica”, en octubre de 2007, bajo el gobierno del socialista José Luis Rodriguez Zapatero, cuyo abuelo había sido uno de los ejecutados por Franco. La ley condenaba formalmente el alzamiento y la dictadura de Franco, instaba a acabar con los símbolos y referencias al régimen en edificios públicos y ordenaba la retirada de monumentos que honraran a Franco. El último de ellos fue finalmente echado abajo en Santander en Diciembre de 2008.
La ley también declaró ilegales los juicios políticos a los opositores a Franco y se instó a los ayuntamientos a que facilitaran la exhumación de los cuerpos enterrados en fosas comunes.
En enero de 2009, se otorgó el derecho a solicitar la nacionalidad española a las 500.000 personas cuyas familias habían tenido que abandonar España bajo el régimen de Franco. Se trata de hijos, o de nietos de aquellos que huyeron por miedo a las persecuciones que se dilataron hasta 1955.
Casi setenta años desde que la guerra civil terminó, el “pacto de olvido” ha sido finalmente roto. Bajo mi punto de vista, es un motivo de celebración.”
Bajo el mío también, señora Hislop, aunque cueste lo que está costando. Enhorabuena por su trabajo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

ΜΙΚΡΟΒΙΟΣ, μικρόβιος (micróbios)

MICROBIO: (Del gr. cient. μικρόβιος; de μικρός, pequeño, y βίος, vida). 1.m. Nombre genérico que designa los seres organizados solo visibles al microscopio; p. ej. las bacterias, los infusorios, las levaduras, etc.
Empiezan a bajar las temperaturas, y como en lo que va de otoño, el termómetro prácticamente no se ha movido de los veinte grados, empiezan a proliferar los constipados y todas sus variantes. Este año al menos nos libramos de la amenaza de la gripe A, como el pasado, que nos tuvo a todos en vilo.
Pero aquí en Grecia, y hablando de salud, me he encontrado con una amenaza aún mayor, y no se trata de enfermedades peligrosas ni altamente contagiosas, no:  se trata de  una amenaza directa a los derechos de los ciudadanos.
Os cuento: Mi marido, que es director de Recursos Humanos de su empresa, quiere poner en marcha una iniciativa que le honra y que debería ser tomada como un ejemplo en todas las empresas (me consta que hay muchas, al menos en España, que lo hacen) y ha decidido ponerse en contacto con el Ministerio de la Salud para que, un par de veces al año, organicen una campaña de donación de sangre en las mismas oficinas. Hasta aquí todo perfecto.
La sorpresa viene cuando decide poner unos carteles para promocionarlo, y toma el que el propio Ministerio ofrece para ello.  En el cartel en cuestión, además de invitar a que se done la sangre, avisan de los casos en los que no se podrá hacer. Ya los conocemos casi todos: si tienes hepatitis, si tienes sida, si eres heroinómano... pero también añade la imposibilidad de ser donante de sangre SI SUELES PAGAR PARA OBTENER SEXO o SI ERES HOMOSEXUAL.... y hacen extensivas estas prohibiciones a la pareja. 
Aun no salgo de mi asombro. Siglo XXI, un país supuestamente desarrollado, en el que la homosexualidad fue, durante siglos, una forma de relación socialmente aceptada y que se las da de habernos educado a todos, y ¿en estas estamos?
Y lo peor es que -a la vista está- no produce una reacción inmediata. A saber cuánto tiempo lleva en la calle el cartelito de marras. ¿Es que nadie lo lee?
Como comentaba con triste ironía una amiga nuestra -griega-: “Y lo raro es que no hayan dicho que tampoco pueden donar sangre los que son de otras razas”.

lunes, 15 de noviembre de 2010

ΑΠΑΘΕΙΑ, απάθεια (apázia)


APATIA: (Del lat. apathīa, y este del gr. πάθεια).
1. f. Impasibilidad del ánimo.
2. f. Dejadez, indolencia, falta de vigor o energía.

Ayer se celebró la segunda vuelta de las elecciones locales griegas. En la primera –la semana pasada- no se alcanzaron los mínimos exigidos y por eso hubo que repetirlas. Si hace una semana el 45% de los electores se quedó en casa, ayer fueron 55 de cada cien -y hasta el 70% en la región del Ática- los que no votaron, según estimaciones del Ministerio del Interior. De nada sirvió el llamamiento a la participación que realizó durante la jornada electoral el presidente del país, Karolos Papulias: "El enfado y la rabia [con el plan de ajuste económico] no se manifiestan desde el sofá, quedándose en casa".

Pero yo creo que sí, que también se demuestra quedándose en casa. O por lo menos, ahora sí lo pienso. Durante muchos años he creído que la única manera de poderte quejar de un gobierno, o de un partido, era participar en las elecciones. Dar tu opinión.

Ahora, y probablemente porque desde que vivo en Grecia la cuestión de la política me toca de más lejos y no conozco lo suficiente acerca de partidos y de programas, o quizá  porque me estoy haciendo más mayor, el caso es que esa euforia que antes me producía sentirme parte del sistema se ha ido enfriando hasta llevarme casi al extremo opuesto.

Lo cierto es que ya no tengo la certeza de nuestros sistemas políticos funcionen. Ni aquí, ni en España, ni en ningún sitio. Vemos cómo un país se vuelve loco de esperanza para, al poco tiempo, volver a caer en la apatía. Que se lo digan a Papandreu, que se lo digan a Obama, o a Sarkozy, o a Zapatero.

Los líderes políticos siguen subiéndose a las tribunas para intentar convencernos de que ahora sí. Se inventan cambios de gobiernos para hacernos creer que la cosa va a cambiar realmente. Pero al final todos pendientes de las bolsas y de los banqueros.

No sé, igual es porque “estoy de lunes”, pero para mí que en el mundo occidental, y en cuanto a lo que a política se refiere, llevamos todos “de lunes” unos cuantos años ya.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

ΠΡΟΦΗΤΕΊΑ, προφητεία (profitía)


PROFECÍA: (Del lat. prophetīa, y este del gr. προφητεία).
1. f. Don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras.
2. f. Don sobrenatural para pronunciar oráculos en nombre y por inspiración de Dios.
3. f. Predicción hecha en virtud de don sobrenatural.
4. f. Cada uno de los libros canónicos del Antiguo Testamento en que se contienen los escritos de cualquiera de los profetas mayores. La profecía de Isaías, la de Jeremías, la de Ezequiel, la de Daniel.
5. f. Juicio o conjetura que se forma de algo por las señales que se observan en ello.
6. f. pl. Libros canónicos del Antiguo Testamento, en que se contienen los escritos de los doce profetas menores.

Llevo un tiempo bastante calladita en lo que se refiere a la Iglesia Católica. Abrumada por todas las historias de pederastia y demás y también preocupada porque mi blog pudiera transformarse en una tribuna anticlerical (que lo es, pero no exclusivamente), hace ya muchos meses que no me meto con ellos. Hasta hoy.

Como casi siempre que se generaliza, al denostar a la Iglesia Católica en su totalidad, se puede cometer una injusticia. Me consta que existen muchas personas de bien que pertenecen a ella y que se sienten tan indignados como yo cuando salen a la luz alguna de sus “bondades”.

El Papa ha pasado por España. Me gustaría añadir que sin pena ni gloria, pero no es así, porque para mí ha pasado con mucha más pena que gloria. Las declaraciones (en rueda de prensa en su avión, antes de pisar suelo español) sobre la supuesta similitud de la “corriente laicista” del gobierno español con la época inmediatamente anterior a la guerra civil, me parecen deplorables. Como también me parece deplorable que el gobierno español, el elegido, mal que les pese a algunos, por una mayoría de españoles, haya aparcado la Ley de Libertad Religiosa, porque ahora –echando la culpa a la crisis- no se encuentre entre sus prioridades.

Cada día podemos ver en los periódicos muchos ejemplos de los que avergonzarse en lo que a religiones se refiere: lapidaciones, abusos a menores, inmolaciones por decreto divino, prohibiciones, injusticias y delitos, muchos delitos.

Hoy he leído en el periódico que Ali Agca, aquel turco que atentó contra el Papa Juan Pablo II, ha asegurado que recibió la orden de matarle desde el propio Vaticano. Y da nombres. Que no pasará nada, claro, que enseguida dirán que si este hombre está loco y que se lo está inventando, pero, visto lo visto, a mi no me extrañaría.

Yo, por mi parte, confío en que se cumplan las profecías de San Malaquías, y sólo quede un Papa más después de éste. Eso sí, por favor, nada de fines del mundo ni de llegadas del anticristo. Sólo libertad para encomendarte a quien te de la gana sin que te pongan reglas para ello.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

ΤΕΧΝΟΛΟΓΙΑ, τεχνολογία (tecnología)

TECNOLOGÍA:
(Del gr. τεχνολογία, de τεχνολόγος, de τέχνη, arte, y λόγος, tratado).
1. f. Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico.
2. f. Tratado de los términos técnicos.
3. f. Lenguaje propio de una ciencia o de un arte.
4. f. Conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto.
Vivir en Grecia (y encontrar tiempo para escribir) siendo madre de dos niñas en edad escolar tiene sus complicaciones. Y si además las niñas van a un colegio inglés donde tienen una semana de vacaciones cada dos meses, la cosa es todavía más difícil. Unámosle a eso las huelgas y la costumbre de cerrar los colegios (sean electorales o no), el día antes y el día después de las elecciones (el domingo hay elecciones locales), y tendremos un escenario -mi escenario- dónde poder cumplir con los compromisos se hace a veces casi imposible. (Por cierto, bienvenidos los lectores que llegan aquí a través del periódico Atenas Digital).
El caso es que cuando por fin creía que podría volver a coger el ritmo, me he tenido que enfrentar a otro problema más: la tecnología. Y junto con ella, los “tecnólogos”, o sea, los que se suponen que te tienen que arreglar el problema. En este país, lo de “se supone” está más que justificado, ya que, dependiendo de a quién te dirijas, te lo solucionarán o no. Y no me quejo por quejarme, que tengo ejemplos.
La primera cuestión que queríamos hacer, y que en principio no tenía ningún problema, era instalar un temporizador en el cuadro de luces para que los farolillos del exterior de la casa se encendieran y apagaran automáticamente. El primer electricista al que consultamos nos dijo que era imposible, pero que en cambio, sí podía tirar un cable (que se vería, por supuesto, ¿cómo lo iba a hacer si no?) desde el interruptor de las luces hasta un sensor en el exterior que haría que se encendieran y apagaran en cuanto hubiera cambios de luz. La opción no estaba mal, pero cuando se lo conté a mi marido me dijo que primero, no queríamos que se viera el cable ni tener que hacer una roza, y segundo, que estaba prácticamente seguro de que se podía hacer lo que habíamos pensado desde el principio, y que consultaría a otro técnico.
Mientras tanto, yo tenía un problema con el alcance de nuestro WI-FI, y es que la señal no me llegaba a mi estudio. Había días que sí y otros que no. Y yo tenía que organizar mi trabajo dependiendo de cómo se hubiera levantado el “Hada del Wireless”. El primer electricista consultado nos dijo que podíamos poner acceso por “Ethernet” en todas las habitaciones, pero entones seguramente perderíamos la señal inalámbrica. O sea, que no nos valía.
Me fuí a una conocida cadena de tiendas de electrónica y allí me dijeron que lo que necesitaba era un “sticker” que podría conectar por USB a mi ordenador y que intensificaría la señal. ¿Pero funciona con Mac?. Por supuesto, fue su respuesta. Pues no. Sólo funcionaba con PC’s. En el proceso de intentar por otros medios que la señal llegase a mi estudio, de repente, nos quedamos sin WI-FI. Consultados los técnicos que nos instalaron el router y la centralita de teléfono, obtuvimos las respuestas habituales, “tendremos que mirarlo” “igual hay que cambiar el router” “nos pasaremos cuando podamos”. Y yo mientras, intentando trabajar sentada en el suelo al lado del router y conectada por cable. Y desesperada.
Hoy me he levantado con la inquietud de quien no sabe a qué se va a poder dedicar durante el día, cuando ha llegado el segundo electricista al que había consultado mi marido sobre el temporizador. En veinte minutos lo había instalado. Animada por su eficacia le he preguntado “¿Y tu, por casualidad, no sabrás de ADSL y WI-FI, verdad?” Cuando le he contado mi problema me ha recomendado llamar al proveedor de telefonía. Vaya -yo también- no se me había ocurrido.
Con poca esperanza he marcado el número. Una chica muy amable me ha guiado por la maraña de WEP, WAP, IP, DSN y todas esas siglas que deben estar muy claras para quien las conoce y que a mi siempre me hacen acordarme del refrán “El que no sabe es como el que no ve”, y ¡sorpresa! el WIFI ha comenzado a funcionar.
Me he venido arriba, y he decidido acercarme a la tienda donde me vendieron el “sticker” con el ánimo de que me lo cambiaran, aunque me habían advertido que si abría el paquete no lo harían. Me ha atendido el mismo chico de ayer, al que  he informado de que, contrariamente a lo que me había asegurado, el bicho no funcionaba con Mac.
Probablemente él también tuvo ayer un mal día y hoy veía las cosas de otra manera, porque me ha dicho “Lo que tu necesitas es un intensificador de señal”. Ahhhhh! -he pensado- ¿y no es lo mismo que necesitaba ayer?. “Bueno, es que ayer no teníamos. Llegaron por la tarde y pensé que con esto te valdría”. La cuestión es que me lo ha cambiado y me he venido a casa dónde, sin querer hacerme muchas ilusiones, he seguido las instrucciones del aparato. ¡Y ha funcionado!.
Ayer lo veía todo negro -tecnológicamente hablando-, hoy me ha tocado tener suerte. Ahora sólo falta que no arrecien las huelgas ni se adelanten las elecciones generales para que tenga el tiempo suficiente para aprovechar que -por esta vez- he dado con quienes sí me han solucionado los problemas.

lunes, 4 de octubre de 2010

ΑΝΑΙΣΘΗΣΙΑ, αναισθησία (aneszesía)

ANESTESIA: Falta o privación general o parcial de la sensibilidad, ya por efecto de un padecimiento, ya artificialmente producida.
Sería de risa si no fuera tan cruel. Lo leí la semana pasada en El País: Cuatro estados de EE UU suspenden las ejecuciones por inyección letal. La escasez de pentotal sódico impide dormir al reo antes de matarle.
Parece que el pentotal, utilizado en el pasado como anestésico para las operaciones quirúrgicas, ha sido desbancado por el propofol (sí, el mismo con el que se pasó Michael Jackson) por lo que su producción ha decaído hasta casi desaparecer. De hecho, en EE UU sólo hay una empresa que la fabrica, Hospira, y dicen que no pueden encontrar uno de los ingredientes que necesitan para fabricarlo, además la empresa farmacéutica parece haber aprovechado la coyuntura -cuestión que les honra- para mostrar su rechazo a que un medicamento que se creó con fines médicos, se esté utilizando para matar. 
Y ahí están, los presos del corredor de la muerte, viendo cómo sus sentencias están siendo retrasadas por el tema mientras el sistema estudia cómo va a hacer para cargárselos. ¿Decidirán freirlos en la silla eléctrica, y sin anestesia?  El estado de California, por lo visto, pidió “ayuda” al estado de Tejas, que es el que más presos ejecuta cada año. Pero no la consiguió. La portavoz de instituciones penitenciarias del estado, Michelle Lyons, respondió “necesitamos mantener nuestras existencias para que podamos lleva a cabo nuestras propias ejecuciones”.
Alguno pensara (si es que lo terrible del tema no es cortapisa para pensar en otras posibilidades) ¿y por qué no pueden utilizar otro anestésico?. Pues porque según la ley, no pueden cambiar el pentotal sódico por otro conocido cuya eficacia no esté comprobada en la aplicación de condenas a muerte. ¿Y esto cómo se come?. Al preso se lo cargan inyectándole, después de la anestesia, claro, sendos chutes de cloruro de potasio y de bromuro de pancuronio, que le dejan sin respiración y le paran el corazón. ¿Y cómo pueden comprobar la eficacia del anestésico con fines a una condena a muerte? ¿Van a coger a un ratón, juzgarlo, tenerlo durante años en el corredor de la muerte y luego inyectarle el cocktail y ver si se muere sin decir ni “mu”?
Y que andemos así a estas alturas. Es que se me revuelve el estómago. 

lunes, 27 de septiembre de 2010

ΑΙΝΙΓΜΑ, αίνιγμα (énigma)

ENIGMA: (Del lat. aenigma, y éste del griego αίνιγμα) m. 1. Dicho o conjunto de palabras de sentido artificiosamente encubierto para que sea difícil entenderlo o interpretarlo // 2. Dicho o cosa que no se alcanza a comprender, o que difícilmente puede entenderse o interpretarse.
Por favor, que alguien me lo explique. Ya lo había oído en un video muy interesante que me mandaron por internet, en el que el diputado de los Verdes en el Parlamento Europeo, Cohn Bendit, denunciaba que la culpa de la corrupción política en Grecia era de todos. Que Europa prestaba dinero a Grecia a cambio de que le comprase armas.
A mí su discurso me pareció muy lógico, aunque tengo que reconocer que en el fondo, dudaba de la veracidad. ¿Pero cómo va a ser? ¿no será otra de esas teorías de la conspiración?.
Pues parece que no. Ayer, el diario El País publicaba un artículo sobre el tema, con muchos más datos de los que le dio tiempo a mostrar al eurodiputado.
Según este artículo, a la vez que Angela Merkel aprobaba ayudas de 22.400 millones de euros para contribuir al rescate de Grecia, los fiscales de Munich comenzaban a investigar a intermediarios alemanes que habrían pagado millones de euros a políticos griegos para asegurarse la venta de submarinos.
La investigación ha destapado que, a pesar de la desoladora situación en que se halla Grecia, Alemania (y en parte Francia) quieren seguir vendiéndole armamento. Y lo que es peor, Grecia, que parece vivir bajo una constante amenaza fantasma con la vecina Turquía, está dispuesta a comprarlo.
El artículo se pierde a continuación en un baile de números que resultan casi escalofriantes. Y presenta unos datos para los que mi inteligencia no da. Por ejemplo, se habla del astillero griego de Skaramanga, que, aún siendo el más grande del Mediterráneo, viene registrando pérdidas desde los años ochenta debido a la feroz competencia de japoneses, chinos y coreanos que producen a precios inferiores. Y para que no se pierdan casi 2000 puestos de trabajo, Grecia cede a una oferta de una empresa alemana que le plantea la “ayuda” así de clarito: “Tú te comprometes a comprar cuatro submarinos por valor de 1.850 millones, y yo te rescato el astillero”. Y digo yo, ¿por qué no intenta Grecia rescatar ese astillero con el dinero de los submarinos?
Recomiendo encarecidamente la lectura del artículo. Y después, como he dicho al empezar, si lo entendéis, por favor,me lo explicáis.
Al leerlo, junto al a palabra “enigma”, pensaba en otra palabra también griega, pero que no cumple con las reglas de este blog, es decir, que se escriba y diga prácticamente igual en las dos lenguas. Y una vez más, la lengua griega me sorprende con su exactitud. Las definiciones que he encontrado en torno a la palabra Paradoja (παράδοξο) hablan por sí solas:  : 1. Idea extraña y opuesta a la común opinión y al sentir de las personas. 2. Aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera. (παραδοξολογία): Desatino, dislate, absurdo. (παραδοξολόγος): Cuentista, embaucador.
Mientras escribo esta entrada tengo puesta música clásica, que me relaja y me inspira. Y mira tú por dónde que en el preciso momento en que estoy escribiendo las definiciones anteriores, empieza a sonar la novena sinfonía de Beethoven, conocida como la “Oda a la Alegría” y que fue adoptada como himno por la Unión Europea. Su preciosa melodía entra en mi cabeza y se mezcla con palabras: desatino, dislate, absurdo, cuentista, embaucador, Grecia, crisis, parados, huelga, Alemania, Francia, rescate, corrupción...
Demasiado para mí. Ahora suena “Meditation”, de Massanet.

martes, 21 de septiembre de 2010

ΤΑΡΙΦΑ, ταρίφα (tarífa)

TARIFA:  (Del ár. hisp. ta‘rífa, y este del ár. clás. ta‘rīfah, de ta‘rīf, definición).

1. f. Tabla de precios, derechos o cuotas tributarias.
2. f. Precio unitario fijado por las autoridades para los servicios públicos realizados a su cargo.
3. f. Montante que se paga por este mismo servicio.

¡Qué mala leche se me puso ayer al llegar a Atenas!. No… no es que haya estado de vacaciones hasta ayer. Pero entre que las niñas no empezaron el colegio hasta el ocho de septiembre y que yo sabía que tenía esta escapada (y en solitario) de fin de semana a Madrid, hasta hoy no he empezado oficialmente la temporada literaria.

El caso es que venía yo de pasar un fin de semana genial en Madrid donde había estado con amigos de fiesta, con familia también de fiesta, tapeando por el centro e incluso teniendo la oportunidad de ver un Atleti-Barça en un bar (pena de resultado) y recorrerme la calle de Alcalá desde la Puerta de Alcalá hasta Sol por medio de la calle y sin un solo coche (estaba cortada por la Vuelta Ciclista), cuando aterricé todavía tocada por la “morriña” pero con muchas ganas de ver a la familia y reincorporarme a mis rutinas.

Me hubiera gustado encontrarme en el aeropuerto a mi marido, y así hacerme más llevadera la readaptación, pero estaba trabajando y me tuve que coger un taxi.

El conductor parecía la versión helena de “El chico de la Peca”, con unas gafas Rayban de montura de plástico blanca, vaqueros pitillo y camiseta “fashion”. “¿A dónde vamos?”. Le doy la dirección y se aventura, cual Torrente “apatrullando” la ciudad, a toda mecha por Attiki Odos, la autopista que lleva al aeropuerto. Cuando llegamos al peaje se situa en la cola por la que pasan los coches que llevan un dispositivo de pago automático y casi sin poder dar crédito a mis ojos, veo que el tío, en el momento en que el coche de delante se empieza a mover, se pega a su culo y sin dar oportunidad a que se cierre la barrera, se cuela.

“¡Mira que listo!”, pienso. Seguimos el trayecto rozando los 180 km/h, conmigo agarrada con frenesí a la puerta y bandeando coches a un lado y a  otro para terminar colándose de nuevo por delante de los coches que salían de la autopista respetando las reglas. “Hala, porque yo lo valgo” vuelvo a pensar.

Llegando a mi calle le informo que debe seguir hasta la próxima porque el giro a la izquierda está prohibido y me dice “Si quieres giro por aquí, que a mí me da lo mismo” “No – le contesto- sigue a la próxima”. “De verdad, que a mi no me importa” –insiste- Y yo: “Qué no -ya bastante calentita, la verdad, y añado : Prefiero las cosas bien hechas”.

Sea porque cometiera un error gramatical al decírselo, sea porque le debió sonar muy raro –al fin y al cabo este país es como es- que alguien prefiriera cumplir las reglas, lo siguiente que hizo fue preguntarme que de dónde era. “Española”, le contesto. “Mira que bien –dice todo extrañado- y hablas griego y todo”. Sí –pienso yo- existe inteligencia fuera de Grecia, aunque te cueste creerlo.

En estas llegamos a mi calle y miro el taxímetro: 27,50 €. Tengo un billete de 50€, así que me tendrá que dar cambio. El tío se da la vuelta y me dice: 35€…. ME LO VEÍA VENIR. Yo, haciéndome la tonta le pregunto que a qué se debe la diferencia con el taxímetro y el energúmeno de él, en plan chulo, me contesta “y me lo preguntas (supongo que el hecho de saber griego me había hecho subir puntos en su baremo de inteligencia, y ahora estaba decepcionado) ¿es que no sabes que hay suplemento de aeropuerto?”. Le contesto que sí, que lo sé perfectamente, pero que también sé que no son 7,50€. Con un gesto de “estoy perdiendo la paciencia” me larga la tarjeta dónde están las tarifas y me dice “mira”. Puedo ver, muy claramente, que en la tarjeta pone: “suplemento aeropuerto: 3.77 €”. “Muy bien, contesto, y ¿el resto?”. Y me dice lo que estaba esperando oír desde hacía ya un rato: “el resto es el peaje”.

“¡Pero bueno! –le digo- ¡Pero si no lo has pagado!” y él: ¡¿Pero hemos pasado o no hemos pasado?!” “Pasar hemos pasado, pero si tú no lo pagas, no sé por qué lo tengo que pagar yo.” Me pone en la mano los 15 € de vuelta y me dice “eso no importa, el caso es que lo tienes que pagar” y acto seguido, se baja del coche y abre el maletero para sacar la maleta.

Barajo por un momento ponerme a armar el número en medio de la calle, pero como siempre, me arredra mi –aún- escaso vocabulario en insultos y el miedo a que no saque la maleta y se la lleve, así que me limito a quedarme en medio de la calle, repitiendo bien alto  la matrícula y haciendo gestos como si estuviera echando una maldición gitana, mientras el cabrón del “tarifas” -que es como llaman aquí a los taxistas- se marcha a timar a otro.

Ahora me explico porqué en un programa de “Madrileños por el Mundo” cuando a una de las invitadas le preguntaban qué echaba de menos de Madrid, respondió que los taxistas de allí (cuando todos sabemos que los de allí –los antiguos “pelas”, por seguir con la lexicología- no son tampoco un ejemplo para nadie)

Parada en medio de la calle y con la sangre hirviendo, no es que eche de menos a los taxistas de Madrid… ¡es que echo de menos hasta a Gallardón! (que ya son ganas de echar de menos). ¡Por los dioses del Olimpo! ¡Qué maravilloso país sería éste si no hubiera tanto listo!

(P.D. Los que viven aquí y saben lo que cuesta el peaje, se habrán dado cuenta de que el indeseable de él –mal rayo le parta- también se llevó puesta la propina.)

jueves, 1 de julio de 2010

ΠΡΟΓΡΑΜΜΑ, πρόγραμμα (prógrama)

PROGRAMA: (Del lat. programma, y este del gr. πρόγραμμα).1. m. Edicto, bando o aviso público.

2. m. Previa declaración de lo que se piensa hacer en alguna materia u ocasión. 3. m. Tema que se da para un discurso, diseño, cuadro, etc. 4. m. Sistema y distribución de las materias de un curso o asignatura, que forman y publican los profesores encargados de explicarlas. 5. m. Anuncio o exposición de las partes de que se han de componer ciertos actos o espectáculos o de las condiciones a que han de sujetarse, reparto, etc. 6. m. Impreso que contiene este anuncio. 7. m. Proyecto ordenado de actividades.
8. m. Serie ordenada de operaciones necesarias para llevar a cabo un proyecto. 9. m. Serie de las distintas unidades temáticas que constituyen una emisión de radio o de televisión. 10. m. Cada una de dichas unidades temáticas. Va a comenzar el programa deportivo. 11. m. Cada una de las operaciones que, en un orden determinado, ejecutan ciertas máquinas. 12. m. Inform. Conjunto unitario de instrucciones que permite a un ordenador realizar funciones diversas, como el tratamiento de textos, el diseño de gráficos, la resolución de problemas matemáticos, el manejo de bancos de datos, etc. 13. m. coloq. Ec. y Ur. Relación amorosa furtiva y pasajera. 14. m. coloq. Ur. Cita amorosa. 15. m. coloq. Ur. Persona con quien se tienen relaciones sexuales pasajeras.

Nunca hubiera pensado que esta palabra tuviera tantas entradas en su definición. Pero el hecho no hace sino coincidir con la sensación que tengo últimamente. Hace ya 10 días que mis hijas terminaron el cole y lo que antes eran mañanas relativamente tranquilas, con mi rutina y mis trabajos, se han convertido ahora en un extensísimo programa, tanto como la definición. Cada día puedo hacer –sobre todo la última semana que el tiempo ha estado tormentoso- una veintena distinta de actividades. ¿Jugamos con plastilina? ¿Pintamos con pincel? ¿Hacemos animalitos de escayola? ¿nos bañamos? ¿nos secamos? ¿Vamos al zoo? ¿nos llevas al parque? ¿Cocinamos dulces?. En fin, me imagino que nada de esto sonará nuevo para quien tenga enanos a su alrededor.

El verano ha llegado junto con su programación y ahora me dedico a cualquier cosa menos a lo que me estado dedicando el invierno: nada de tiempo para el blog, nada de escribir artículos para el periódico, nada de clases de griego…

Esto me ha traído no pocos problemas de conciencia en el inicio. Pero después llegué a una conclusión: si he tenido a mis hijas es porque he querido y además tengo la gran suerte de poder pasar el tiempo con ellas. Y cuando quiera darme cuenta, se habrán ido a la universidad.

Así que, queridos míos, lo siento, pero me parece que cuelgo el cartel de “cerrado por vacaciones” hasta Septiembre.

Dejo a cada cual con lo suyo: al PP con sus juicios por corrupción; a Montilla con su cabreo por el fallo sobre el Estatuto; a los de la Roja intentado dejar alto el pabellón; a Nadal demostrando que le da igual el terreno que tiene bajo los pies; a la Iglesia Católica con sus pederastas; a Zapatero con sus zapatos; a Grecia con sus huelgas (aunque ahora a Madrid también); a Fernando Alonso con su Ferrari Interruptus…

Y yo a lo mío: a organizar la fiesta de cumpleaños de mis niñas, a recibir a amigos y familia, a disfrutar de la playa y a pasar tiempo con mis seres queridos.

No es un mal programa.

Feliz verano a todos.

martes, 15 de junio de 2010

AΝΤΙΔΟΤΟ, αντίδοτο (antídoto)

ANTIDOTO: (Del lat. antidŏtus, y este del gr. ντίδοτος).
1. m. Medicamento contra un veneno. 2. m. Medicina o sustancia que contrarresta los efectos nocivos de otra. 3. m. Medio preventivo para no incurrir en un vicio o falta.

Homosexuales renegados del mundo, en Barcelona podéis encontrar el antídoto a vuestro vicio… Si, no me he vuelto loca, ni esto es una noticia de “El Mundo Today” (periódico digital de coña, que, por otro lado, recomiendo encarecidamente).

Lo publica hoy El País: La Generalitat catalana ha abierto un expediente a una clínica de Barcelona –Policlínica Tibidabo- por aplicar terapias para curar la homosexualidad. Aunque en principio la consejería de salud se ha dado un mes para recabar información sobre las actividades de la clínica, y siempre poniendo por delante la presunción de inocencia, las palabras del psiquiatra Joaquín Muñoz, que visita en la clínica investigada, no dejan lugar a muchas dudas. El médico ha declarado a El Periódico de Catalunya: “Nadie quiere ser homosexual, le cae encima. Si con una pastilla pudiesen cambiar la orientación sexual, el 99% querría tomarla”.

¿Y la heterosexualidad la curan?. No, lo digo porque se de muchas mujeres que, hartas de no entenderse con los hombres, igual estarían dispuestas a seguir una terapia que las convirtiera en lesbianas y enrollarse con esa amiga con la que se llevan de perlas desde hace un montón de años. Seguro que también hay muchos hombres que no terminan de verse en su piel de machos aunque no logran dar el paso de mantener una relación con alguien que tenga más barba que ellos… pues una pastillita y listos, a comprarse zapatos de tacón.

Dicen desde la consejería que si se confirma que el centro ofrece terapias reparativas para cambiar la orientación sexual, le impondrá una sanción económica… No hombre, no les sancionen,  que cada uno cambie a la orientación sexual que le parezca… Aunque una cosa me preocupa, parece que muchos jóvenes que acuden a esta clase de consultas privadas son, a menudo, creyentes de alguna confesión religiosa. Al parecer ven incompatible su fe y su condición sexual, y buscan una solución. A lo mejor para estos tienen una terapia que los haga más compatibles con sus creencias, igual, si no les pueden curar la homosexualidad, les pueden convertir en pederastas…

Desde luego, no estamos bien de la cabeza…

jueves, 3 de junio de 2010

ΑΜΝΗΣΤΙΑ, αμνηστία (amnistía)

AMNISTÍA: Olvido legal de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores.

Siempre interpreté esta palabra como algo positivo. La idea del perdón, del indulto, de la gracia, la he relacionado con algo bueno, con ausencia de ganas de castigar, con ansia de olvido.

Hay un cuadro que me apasiona. Su autor, Juan Genovés, cuando lo pintó lo bautizó como “El Abrazo”, pero siempre se le conoció como “Amnistía” ya que la organización “Anmistía Internacional”, hizo unos pósters con él. En el cuadro, se ve a un grupo de gente que se funde en abrazos tras una amnistía. Esa imagen se quedó grabada desde niña, y siempre me emociona verlo.

Sin embargo, en  estos días, hay otra palabra que es mucho más recurrente. La oigo cuando hablo de la crisis con gente de aquí, de Grecia; cuando observo atónita en la televisión el asalto israelí a la flotilla humanitaria que íba a Gaza; cuando se descubre el penúltimo fraude de algunos políticos; cuando surge una vez más la noticia de un cura abusador. La palabra es castigo.

No quiero olvido entonces, no quiero gracia ni indulto: quiero castigo. El pueblo griego tiene que ceñirse el cinturón porque unos políticos corruptos hicieron de su capa un sayo con el dinero de todos. Los palestinos tienen que seguir sufriendo ocupaciones y atentados por parte de todo un Estado Soberano. Los líderes políticos  de nuestro país, sobre todo alguno, ningunean las operaciones ilegales de sus acólitos esperando que una palabra de nuestros –tan demostradamente- neutrales jueces las haga caer en el olvido. Y la Iglesia Católica usa eufemismos y subterfugios para no reconocer que está podrida por muchas partes.

No me gusta el castigo, siempre temo que no sea justo, pero creo firmemente que todos tenemos que aprender, desde pequeñitos, que, si bien podemos hacer lo que queramos (el famoso libre albedrío que tanto les gusta a las religiones), nuestros hechos tienen unas consecuencias que tenemos que aceptar. Yo intento enseñárselo así a mis hijas. Creo que, si no se tiene claro el concepto, o si esas consecuencias nunca llegan, podemos llegar a la falsa creencia de que lo que hemos hecho, está bien. Y sobre todo, que podremos hacerlo todas las veces que queramos.

Ese es el miedo que tienen los griegos en el cuerpo: vale, nosotros aceptamos que nos bajen el sueldo y nos dejen sin pensiones, pero ¿es que los culpables de la situación se van a ir de rositas?. Los de la flotilla de Gaza, pensarán: vale, está muy bien que la ONU condene el ataque, pero ¿nadie le va a poner a Israel los puntos sobre las íes?. El concejal del ayuntamiento a quien han rebajado el sueldo, pensará en el bien de España mientras renuncia a la cena en el restaurante caro, pero también dirá: vale, yo me quedo en casa, pero ¿tendré que aguantar que el alcalde o el presidente de la comunidad se coman un bogavante en el yate de lujo mientras que yo me conformo con un huevo frito? Para qué decir de la señora que va a misa a contarle al señor del confesionario que ha sido mala porque le ha gritado a su nieto sin razón y que en su cabeza tendrá: vale, yo paso el mal rato de contarle a un desconocido mis trapos sucios, pero ¿estará seguro mi nieto si le llevo a catequesis?.

Decía Arturo Graf (1848-191) Escritor y poeta italiano): "Las naturalezas inferiores repugnan el merecido castigo; las medianas se resignan a él; las superiores lo invocan".

¿De qué naturaleza somos, entonces?



viernes, 14 de mayo de 2010

ΔΙΔΑΚΤΙΚΟΣ, διδακτικός (didaktikós)

DIDÁCTICO: didáctico, ca. (Del gr. διδακτικός). 1. adj. Perteneciente o relativo a la enseñanza.
2. adj. Propio, adecuado para enseñar o instruir. Método, género didáctico Obra didáctica
3. adj. Perteneciente o relativo a la didáctica. Apl. a pers., u. t. c. s.
4. f. Arte de enseñar.

Hoy es viernes, y en este bello país, tan castigado últimamente por la crisis, las revueltas y el clima de mosqueo generalizado, luce un sol que invita a olvidarse de las penas y pensar en las vacaciones, que están próximas y que nos van a venir a todos genial.

Pensando precisamente en eso, en las vacaciones, he decidido ponerme hoy un poco didáctica, y olvidarme de quejas, críticas y malos rollos. Hoy he decidido dar unos cuantos consejos a todos aquellos que decidan pasar el verano por estos lares, y en especial a aquellos que quieran circular en coche por el país. (Y creedme, al margen de la actualidad económica internacional, visitar este país sigue valiendo la pena, y mucho.)

El tráfico de Atenas, como todo el mundo sabe, es caótico, y además, cuenta también con una serie de particularidades que conviene conocer, a saber:
  1.     Las rotondas. Al contrario de lo que pasa en casi todos los demás países europeos –por lo que yo conozco- aquí, en las rotondas, no tiene la preferencia el que circula por ellas, sino el que se va a incorporar. Esto es así por ley, no es que los griegos hayan decidido saltarse la regla a la torera. Así que si circuláis por una rotonda, acordaros de pararos cuando haya algún coche que quiera entrar en ella.
  2.   El arcén. Esto, sin embargo, si que es fruto de la idiosincrasia helena: En los días en los que hay mucho tráfico en cualquier carretera del país, veréis que el arcén es utilizado, con toda tranquilidad (e incluso a la vista de la policía) como un carril más. Cabrea mucho ver cómo te adelantan por la derecha cuando tú estás parado en tu carril como dios manda, pero parece que es un uso generalizado. Así que paciencia y cuidado.
  3.   Incorporarse a una calle. En el resto del mundo, cuando quieres incorporarte a una calle y tienes que ir hacia la izquierda, normalmente esperas a que no vengan coches en ninguno de los dos sentidos, y entonces ahí vas tú… pues aquí no, aquí esperas a que no venga nadie por tu izquierda, y cuando eso ocurre, con cuidado, pero también con determinación, te plantas en medio de la calle, incluso parando la circulación, hasta que a) no venga nadie por el otro lado o b) algún conductor de buena fe te deje pasar. Mientras que esperas a que eso ocurra, hacer oídos sordos a los que te puedan estar pitando (la verdad es que no ocurre mucho, todo el mundo está de lo más acostumbrado).
  4.   Los motoristas. Yo he sido motorista muchos años en España, y cuando veía que un coche se apartaba amablemente para dejarme espacio para pasar entre los dos carriles (cuestión que, aprovecho para decir, no se debe hacer, una moto debería circular como un coche, pero entonces ¿cuál es la ventaja de ir en moto si no te puedes saltar el tráfico?) . Pues en España, digo, cuando eso ocurría, yo agradecía el gesto con la mano y pasaba con cuidado. Aquí no. Aquí, si no te apartas: a) te pitarán insistentemente para que lo hagas b) intentarán pasar igualmente con el consiguiente riesgo para tus retrovisores y tu carrocería  o c) te gritarán de todo (y encima en griego) o te darán un buen palmetazo en la ventana dándote un susto de muerte ya que probablemente, tú no te habrás dado ni cuenta de que venía un motorista. Así que, vista al retrovisor y a seguir la regla del “más vale prevenir que curar”.
Seguro que me olvido de muchas otras, pero éstas son las más comunes. Así que ya sabéis: A intentar olvidarse un poco de los problemas y a organizar unas vacaciones en Grecia. Aquí os esperan un mar de lujo, unas islas de cuento, una “jartá” de piedras que rezuman historia y un pueblo que, aunque ande ahora un poco cabreado, sigue siendo hospitalario, amable y amante de la diversión. Bueno, y además, (recordatorio a los amigos) también estoy yo.

jueves, 6 de mayo de 2010

ΠΟΛΕΜΙΚΟΣ, πολεμικός (polemikós)

POLEMICO: 1.Perteneciente o relativo a la polémica.
2. adj. Dicho de alguien o de algo, que provoca polémicas ( controversias).
3. f. Arte que enseña los ardides con que se debe ofender y defender cualquier plaza.

Ya estamos otra vez en la portada de todos los periódicos del mundo. Huelga tras huelga, y manifestación tras manifestación. Desde que salió a la luz la verdadera situación de las finanzas griegas, esto ha sido un no parar. Hasta ayer, las preguntas desde España eran ¿cómo va lo de la crisis por allí?. A partir de ayer ya es ¿estáis bien? ¿corréis peligro?... Pues a saber. Depende de la suerte que tengas.

Ya se sabía, desde que empezó todo, que las medidas que el gobierno tendría que tomar para poner al país en vías de solución, iban a ser polémicas. Pero yo confiaba en la cosa fuera más por la segunda acepción, o sea, la de las controversias, que por la que realmente se esconde detrás de el origen griego de la palabra, es decir, de manera bélica.

Ayer los “trabajadores” volvieron a liarla. Y permitidme lo de las comillas, porque entre toda la gente que salió a las calles, trabajadores reales, había pocos. Por una parte estaban los funcionarios, que, aunque sólo haya que juzgar por la cantidad de huelgas que están haciendo, se ve que, trabajar, lo que se dice trabajar, poco. Por otro lado, están los de siempre: los violentos, los que lo pasan bien armando jaleo.

Los primeros, los trabajadores del Estado, están cabreados porque las medidas de austeridad les afectan especialmente. ¿por qué? ¿les tiene manía el gobierno?. Pues no, lo que pasa es que son muchos, y con un número demasiado elevado de gente que simplemente no hace nada. Reconozco que no cuento con información muy fidedigna sobre el tema, sino que hablo, o de lo que yo he visto, o de lo que oigo. Lo que yo sé, por ejemplo, es que cuando Olympic Airways quebró, y fue vendida a un banco, a los empleados que no entraban en los nuevos planes de la aerolínea no les mandaron al paro, no: les hicieron funcionarios.  Hala, a casita, y a cobrar del Estado. O que cuando vas a aduanas te pasas horas de ventanilla en ventanilla donde hay un señor (uno no, cientos) cuyo trabajo consiste únicamente en ponerle un sello a tu papel. ¿Y los popes?, porque aquí los curas también son funcionarios (ver artículo en AtenasDigital sobre la financiación de la Iglesia Griega). Cuando hablas con gente de aquí, te cuentan que hay funcionarios que trabajan sólo tres días a la semana porque hay demasiados y no hay trabajo para todos. ¿Por qué te crees que hay tanta gente sentada en los cafés griegos a todas las horas del día?, me dicen, ¿Crees que son parados, teniendo en cuenta que un café te cuesta al menos cuatro euros?.

Está claro que a nadie le gusta apretarse en cinturón. Y entiendo perfectamente que anden molestos por los tejemanejes económicos de sus dirigentes. Pero como decía Papandreu ayer en el parlamento, hay que dejarle de dar vueltas a quién ha tenido la culpa de llegar a esta situación e intentar arreglarla. Y le pese a quien le pese, sólo hay una manera: austeridad y reorganización de lo que, a todas luces, está pésimamente organizado.

Hoy he leído las declaraciones que ha hecho al periódico El País, el Comisario de comercio de la Unión Europea, Karel De Gucht, que reconoce que “sabíamos que Grecia nos estaba engañando”. El belga no quiere mirar en casa, la Comisión Europea, en busca de responsables y añade que “en 2003 y 2004 la Comisión quiso mandar inspectores a Atenas, a lo que se opusieron los gobiernos de la Unión”.

O sea, que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Pero lo triste es que están los otros, los que se unen a las protestas casi con el único fin de hacer precisamente eso: tirar piedras –o cócteles molotov- aún sin darse cuenta de que los están tirando sobre su propio tejado.

Me lo explicaba muy clarito la dueña de una tienda en la que entré justo después de que se marchara un enlace sindical que había ido a recomendar a la señora que cerrara el día de la huelga. “¿Pero qué ganamos con cerrar?, decía, ¿no se dan cuenta de que si cierro no vendo, y si no vendo no gano dinero y no podré pagar a los empleados, y entonces los tendré que echar?”

De Gucht dice: “Tiene que haber disciplina. Si no la hay, antes o después se paga el precio”

Tres personas lo pagaron ayer, y bien caro. Hay más de 10 heridos de los que al menos dos están muy graves. Mi pésame a las familias de los fallecidos. Mi pésame a este país que, aunque presume de habérnoslo enseñado todo en materia de democracia, hoy tiende a no estar a la altura de las circunstancias.

martes, 4 de mayo de 2010

BΕΛΟ, βέλο (vélo)

VELO: 1. m. Cortina o tela que cubre algo.
2. m. Prenda del traje femenino de calle, hecha de tul, gasa u otra tela delgada de seda o algodón, y con la cual solían cubrirse las mujeres la cabeza, el cuello y a veces el rostro.
3. m. Trozo de tul, gasa, etc., con que se guarnecen y adornan algunas mantillas por la parte superior.
4. m. velo de uno u otro color que, sujeto por delante al sombrero, cubriendo el rostro, solían llevar las señoras.
5. m. Manto bendito con que cubren la cabeza y la parte superior del cuerpo las religiosas.

A lo largo de mi vida, me ha dado por llevar las más variadas prendas encima de mi cabeza. Hubo una época siendo muy jovencita, en la que descubrí una gorra madrileña de mi padre y me la colocaba con la visera hacia atrás (años después se puso de moda) ante la juerga de mi progenitor, que me advertía que tuviera cuidado por si tenía un accidente (entonces me movía en un Vespino y el casco no era obligatorio) y al ayudarme me daban la vuelta a la cabeza pensando que se me había descolocado. En verano, muchas veces, iba al instituto (que era público) recogiéndome el pelo en un pañuelo, cuya forma variaba teniendo en cuenta el resto de mi indumentaria: a veces en plan campesina, a veces en plan pirata, a veces como si viniera de pintar mi habitación. Los sombreros siempre han sido parte de mi vestuario porque me encantan, porque tengo la suerte de que me sienten bien, y porque nunca me ha gustado llevar paraguas. Aprendí además, con el tiempo, que el sombrero era considerado un complemento más en la mujer, y por eso el protocolo no obligaba a quitárselo cuando se estaba a cubierto, como pasaba con el de los hombres.

En la universidad coincidí con muchas otras chicas y chicos a los que les gustaba llevar pañuelos y sobreros, y con otros que llevaban el pelo morado, o peinado en una cresta, o afeitado, o con rastas. Si llamaba mucho la atención, el profesor podía hacer algún chiste, o podías ser el blanco de las bromas de los compañeros. Pero nunca invitaron a ninguno de ellos (de nosotros) a quitárselo, a cambiarlo o a abandonar la clase si no se ceñía a la invitación.

Por eso no entiendo muy bien toda la polémica que un día sí y otro también se monta con el tema del velo de las mujeres musulmanas. Los que me leéis habitualmente sabéis que a mi la religión y sus demostraciones me gustan tirando a poco, pero ¿no nos estamos pasando un poco? ¿no le estamos dando una importancia que realmente no tendría que tener? Leo por una parte el caso de Nawja, la niña que ha tenido que cambiar de instituto en Madrid, por negarse a quitarse el velo al entrar en clase. Y por otro lado, las declaraciones de Fátima Mohamed, edil del PP en el pueblo de Gines, que ha dimitido porque se queja de que el partido ha utilizado su velo para vender la integración. Por lo visto, y según sus palabras, mitin al que esta edil musulmana iba con velo, tocaba posado. O sea, que está bien o está mal, según y cuándo ¿no?

A mi me parece bien que los países laicos intenten evitar, para temas oficiales, las prendas de origen religioso que ocultan la cara y pueden llevar a equívocos, igual que no te permiten presentar una foto para el pasaporte en la que lleves unas gafas de sol.

¿Pero realmente un simple velo juega un papel tan determinante como para que haya que prohibirlo en un colegio? Yo, por ejemplo, tengo una vecina musulmana, que viene con frecuencia a casa a que sus hijas jueguen con las mías y siempre lleva un hiyab en la cabeza (normalmente a juego con el vestido y de unos colores preciosos). A mis hijas nunca les ha parecido ni raro, ni demasiado llamativo, porque jamás me han hecho ningún comentario al respecto. Sin embargo recuerdo lo que me preguntó la mayor, cuando nació su hermana, al ver el crucifijo que colgaba de la pared de la habitación del hospital: Mamá, ¿y ese señor por qué está así?.


martes, 20 de abril de 2010

ΑΝΑΡΧΙΑ, αναρχία (anarjía)

ANARQUÍA: Ausencia de poder público. 2. f. Desconcierto, incoherencia, barullo.


Últimamente tengo la sensación de que las cosas están un poco embarulladas. Que lo que está bien y lo que está mal no está nada claro, o que, si lo está, depende de lo que convenga a cada cual.

Hay tres temas, en concreto, que me tienen loca.

Uno es el “tema Gürtel”. Otro es el “tema Garzón”, y el tercero es el “tema pederastia en la Iglesia Católica”.

Sobre el primero leí hace unos días un amplio reportaje en El País. Dinero por aquí, dinero por allá. Favores, regalos, amistades peligrosas y sobre todo mucho “yo no he sido” “a mi no me han dado nada” y “yo no sabía lo que estaba pasando”.

Del Juicio a Garzón me desconcierta que, aunque estamos hablando de Jueces, de Instituciones que deberían estar fuera de toda duda por imparciales y justas, no parece ser así. No hay más que ver la que se ha armado alrededor de la causa, con manifestaciones, apoyos, zancadillas y declaraciones a favor y en contra en todos los medios de comunicación.

De los curas pederastas, qué voy a decir, otro enigma. Que si se ha permitido, que si se ha apoyado, que si lo sabían, que si no.

Yo siempre había creído que en casos como estos, una vez sacados a la luz pública, y con las pruebas que en los tres temas parece haber, la cosa debía caer por su propio peso.

Es decir:

Si un partido está metido hasta las trancas en casos de corrupción política, pues se investiga, se juzga, se le retira la confianza del pueblo, y el partido en cuestión se va a hacer puñetas políticamente hablando.

Si un juez no hace bien su trabajo, utiliza dinero que no debe o se mete a juzgar cosas que no deben ser juzgadas, pues lo mismo: se investiga, se juzga y se actúa en consecuencia.

Que los de las sotanas se están pasando en administrar el amor universal, pues se controla, se desvela y se les invita a que se dediquen a otras cosas que estén más en consonancia con lo que les pide el cuerpo.

Es fácil ¿no?.

Pues parece que no.

Lees las encuestas y la intención de voto no parece cambiar se haga o no se haga público el sumario del caso Gúrtel.

El juicio a Garzón está contaminado por la tendencia política de quienes le juzgan.

El mismísimo Papa parece implicado en mirar a otro lado cuando de sus colegas se trata.

No me gusta. Ya sabemos que hay cosas que no podemos controlar. Lo estamos viendo con el bendito volcán islandés, que tiene a medio mundo estancado y pendiente de los monitores de los aeropuertos. Pero yo creía que lo otro sí, que ya habíamos pasado esa reválida como ciudadanos. Pero lo que hay es desconcierto, incoherencia y barullo.

Me viene a la cabeza una pintada que veía, camino del colegio, todos los días. Decía: Anarquía: La libertad de los demás, hace infinita la mía. Y a mi me parece que no es libertad enriquecerse ilícitamente, ni dejar que la política influya en la justicia, ni por supuesto permitir que quien se supone que deba educar a un niño, le meta mano.

Y como creo que la primera premisa es falsa, la segunda también lo es. Yo, desde luego, no soy más libre. Soy más desconfiada.