Gramática Griega on Facebook

jueves, 22 de septiembre de 2011

ΧΟΥΝΤΑ, χούντα (júnta)


JUNTA: (De juntar). 1. f. Reunión de varias personas para conferenciar o tratar de un asunto. 2. f. Cada una de las conferencias o sesiones que celebran. 3. f. Todo que forman varias cosas unidas o agregadas unas a otras. 4. f. Unión de dos o más cosas. 5. f. Conjunto de los individuos nombrados para dirigir los asuntos de una colectividad. 6. f. Parte en que se juntan dos o más cosas. 7. f. Pieza de cartón, cáñamo, caucho u otra materia compresible, que se coloca en la unión de dos tubos u otras partes de un aparato o máquina, para impedir el escape del cuerpo fluido que contienen. 8. f. Arq. Espacio que queda entre las superficies de las piedras o ladrillos contiguos de una pared, y que suele rellenarse con mezcla o yeso. 9. f. Arq. Cada una de estas mismas superficies. 10. f. Mar. Empalme, costura. 11. f. C. Rica. Época durante la cual se recoge el café seco y caído.
Muchas definiciones tiene esta palabra. Pero para los griegos, sólo tiene un significado: la Junta militar que gobernó el país con mano de hierro entre 1967 y 1974. O sea, en Grecia, junta es sinónimo de dictadura.
Pues hete aquí que un dicharachero diputado del partido “Verdaderos Finlandeses” (que ya hay que tener redaños para ponerle ese nombre a un partido), llamado Jussi Halla-aho (supongo que tener un nombre así también tiene que pesarte), quien preside actualmente la comisión de Asuntos Administrativos del Parlamento finlandés, escribió ayer en su página de Facebook que "la democracia impide a cualquier gobierno emprender medidas que realmente tengan impacto en la economía en quiebra de Grecia".
Me preguntaba yo qué medidas puede tomar un gobierno, democrático o no, y que no sean las que se supone que está tomando el gobierno griego, que tengan impacto en la economía en quiebra del país. Porque no me negaréis que las medidas que está tomando el gobierno griego están teniendo un “impactón”, aunque no sepamos si van a ser para bien, realmente. 
Pero el amigo Halla-aho me saca de mis dudas rápidamente:  "Lo que Grecia necesitaría en este momento es una junta militar que no tuviera que preocuparse de su popularidad y que pudiera reprimir a los huelguistas y a los manifestantes con carros blindados". 
¡Acabáramos! O sea, que ya sabemos a qué impacto se refiere este desgraciado. ¡Como si no supiéramos ya lo “impactante” que puede ser la policía griega, aún en democracia!¡Como si el gobierno griego pudiera pararse ahora mismo a preocuparse por su popularidad! ¡Como si no fuera suficiente dictadura la que están ejerciendo los mercados y los banqueros en nuestros países!
Hoy Atenas está paralizada. Hay una huelga de 24 horas de transportes públicos y taxis. La mayoría de los trabajadores que aún cuentan con un empleo no han podido trasladarse a sus puestos si no contaban con un vehículo. No es fácil llevar una vida normal en Atenas en estos días, pero, aún así, la gran mayoría de sus habitantes sabemos que, pase lo que pase, queremos seguir teniendo democracia. O no tendremos nada.
Y eso lo sabemos los que creemos en el diálogo, los que odiamos la violencia, los que hemos conocido lo que es vivir en una dictadura, los que, en fin, y gracias a los dioses, no somos “Verdaderos finlandeses”.

lunes, 19 de septiembre de 2011

ΥΠΕΡΒΟΛΗ, υπερβολή (iperbolí)


HIPERBOLE: (Del lat. hyperbŏle, y este del gr. ὑπερβολή).1. f. Ret. Figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de que se habla. Exageración de una circunstancia, relato o noticia.
Me permito reproducir aquí, traducido, el artículo del periodista del diario Kathimerini, Nikos Konstandaras, ya que se corresponde totalmente con el esquema que sigue este blog y además,  me parece muy apropiado.
“La hipérbole en el debate público ha jugado una parte bastante significativa en nuestra precaria situación: ha creado una pantalla de humo a través de la cual no podemos ver claramente la realidad y nos impide hacer las cosas bien. La hipérbole nos confunde, perdemos la esencia de las cosas, no podemos tomar decisiones. La verborrea -otra forma de hipérbole- se usa para enturbiar las aguas, para esconder el hecho de que el que habla, o no sabe de qué está hablando, o tiene miedo del efecto que pueda tener su mensaje.
La hipérbole es peor que la mentira, porque la mentira persigue a sus creadores, ellos cargan con su peso, mientras que aquellos que exageran aducirán que ellos simplemente estaban diciendo una verdad. Y saldrán bien parados, porque todos nosotros nos hemos hecho adictos a la hipérbole: Las exageraciones nos permiten generalizar, deshacernos de lo que no es de nuestro interés, evitar la responsabilidad y evitar pedir responsabilidades a otros. Porque incluso cuando pedimos que alguien pague, estamos distraídos y confusos. Hemos visto esto en multitud de ocasiones siguiendo a revelaciones de escándalos no probados: para cuando los periodistas y los políticos han dicho su palabra, con todas sus exageraciones, la gente está convencida de que “todos están en el ajo” y de que todos “se salen con la suya”. El resultado es cinismo y enfado.
En estos días, la hipérbole es la reina -tanto porque algunos de los técnicos de esta flojera retórica son por naturaleza hiperbólicos como por su incapacidad para decir la amarga verdad a gente que no quiere oírla. En la profundidad de nuestra crisis, todavía no sabemos cómo de mal están las cosas ni qué podemos esperar. Oímos demasiado y nos creemos muy poco.
Cuando un ministro no puede cumplir los compromisos que ha adquirido con nuestros acreedores internacionales (como los despidos en ciertos sectores públicos), qué es lo que hace? Declara que todos los trabajadores públicos pueden dejar de serlo. Mientras, un colega suyo, declarará que todos los empleados públicos sobran -lo hará bien porque cree que la hipérbole empujará a su gobierno al buen camino o bien porque quiere que  la gente no se fije en los problemas de su propio ministerio.
En todas las artes -también en política- la simplicidad es la virtud más difícil de adquirir. Se requiere habilidad y honestidad para decir la verdad. Decir lo que se tiene que decir y quedarse después callado para escuchar la respuesta. En la medida en que la hipérbole y la verborrea continúen, notaremos que nuestro gobierno tiene miedo y que la oposición carece de un plan político. Hablan para no tener que actuar.”

viernes, 16 de septiembre de 2011

ΑΡΙΘΜΗΤΙΚΟΣ, αριθμητικός (aritmitikós)


ARITMÉTICO: (Del lat. arithmetĭcus, y este del gr. ἀριθμητικός).
1. adj. Perteneciente o relativo a la aritmética. 2. m. y f. Persona que profesa la aritmética o en ella tiene especiales conocimientos. 3. f. Parte de las matemáticas que estudia los números y las operaciones hechas con ellos.
Vamos a ver... creo que ya he dicho en otras ocasiones, y si no lo digo ahora, que los números no son mi fuerte, pero cuando el otro día vI la noticia de que el gobierno griego se había inventado un nuevo impuesto inmobiliario creí entenderlo: las arcas del estado están a dos velas y qué mejor maneras de llenarlas que hacer pagar a los que -aparentemente- tiene posibles, o al menos, tienen casas, que en estos días ya es un logro.
No me pareció mal en principio. Hombre, me hubiera gustado más que también aquí hubiera habido esa actitud patriótica-filantrópica de los ricos franceses que se han apuntado voluntarios a que les impongan. Pero claro, aquí (y en la mayoría de los sitios), una cosa es ser bueno y otra es ser...rico francés. Pero bueno, me parecía que las cuentas salían: tienes casas, ergo, tienes dinero, así que a apoquinar.
Pero mira tú por donde leo hoy un artículo en el que se cuenta que del nuevo impuesto no se librarán ni los parados de larga duración, ni las familias con escasos ingresos, ni los grupos “en desventaja social” (sea lo que sea eso)... y eso ya no me ha parecido tan justo.
Pero es que encima también me he enterado de que va a haber grupos que sí se van a librar del impuesto: hoteles, organizaciones no lucrativas, empresas ... Y LAS IGLESIAS. ¡¡¡No hombre no!!! Pero si llevamos ya un montón de tiempo con la cantinela de que la Iglesia debe dejar de ser un chupóptero del estado en Grecia, que no está bien que los curas (para los que no hay numeros clausus) sean funcionarios y cobren del contribuyente. Si es de todos conocido que la iglesia Ortodoxa (como casi todas las iglesias por otro lado) tiene más propiedades que Onassis en sus años buenos.
Vale, que ya sé que han dicho que la iglesia sí tributará por sus propiedades, pero por las que no sean “iglesias”, o sea, las que no sean templos. ¿Estoy yo tonta o soy la única que me he dado cuenta de que en Grecia hay una iglesia casi en cada terreno? ¡Pero si hasta las puedes comprar hechas para “plantarla” en tu tierra tan ricamente!
Me acuerdo de algo que me contó un amigo griego, pero de padre Libio. Se estaban haciendo una casa en Mikonos, y cuando recorría el terreno con su padre éste le llevó a un sitio donde le dijo que ahí es dónde iba a poner la iglesia. “¿La iglesia?”, preguntó mi amigo. “¿Y por qué vamos a poner una iglesia?”. “Pues porque en Grecia, le instruyó su progenitor,  el terreno que se dedica a una iglesia, no tributa, y mira, eso que nos ahorramos”. “Ya papá”, comentó mi amigo, “pero es que somos musulmanes”. “Somos musulmanes, contestó el padre, pero no somos tontos”.
Así que ya me lo veo venir. A partir de ahora a olvidarse de chalés, diseños contemporáneos y demás zarandajas. ¡Viva en una iglesia!. Es más, creo que voy a construir una urbanización de lindas iglesitas de cúpulas azuladas. No pagaré impuestos ni por el terreno ni por los inmuebles. La voy a llamar “La Santa Faz”, que creo que le va al pelo.
Y al gobierno socialista... ¡Ya os vale, majos!

miércoles, 14 de septiembre de 2011

ΡΟΥΤΙΝΑ, ρουτίνα (rutína)


RUTINA: (Del fr. routine, de route, ruta). 1. f. Costumbre inveterada, hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y sin razonarlas. 2. f. Inform. Secuencia invariable de instrucciones que forma parte de un programa y se puede utilizar repetidamente.
Hala, ya estamos de vuelta a la rutina. A, como dice la definición, hacer las cosas por mera práctica y sin razonarlas. A retomar esa secuencia invariable de instrucciones que forma parte de un programa y se puede utilizar repetidamente. Repetidamente y hasta el cansancio. 
Aquí -en Grecia- ya se ha metido dentro de nuestra rutina el estar al borde de la quiebra, y esperar a que vuelvan a venir los prebostes europeos para que cojan el cuaderno de los deberes de los griegos y juzguen si están cumpliendo con su trabajo o no. La respiración contenida. Otra vez.
Y lo peor de todo es que cuando te pones a hablar con la gente, nadie sabe muy bien qué es lo que está pasado. Ayer hablaba con unos amigos y seguimos con la costumbre inveterada de  analizar la situación en el país. El único griego de la reunión, nos sorprendió con una visión bastante positiva del tema. Según él, esta situación va a conseguir algo que lleva muchos años siendo más que necesario en Grecia: un cambio de mentalidad. Se va a pasar mal, decía, la gente se va a tener que apretar los cinturones y muchas familias tendrán problemas para llegar a fin de mes. Pero por fin se van a terminar algunas de las lacras que lastran al Estado. Ya se están tomando medidas. Será más fácil -y barato- crear una empresa. La Administración empezará a ordenarse: habrá menos funcionarios, pero los que haya tendrán trabajo durante ocho horas al día, cinco días a la semana. Con funciones concretas. Se ahorrará en burocracia y las gestiones no se eternizarán de ministerio en ministerio. Los jóvenes tendrán que ser más creativos, ya no será tan fácil que papá te solucione la papeleta de la ocupación porque habla con un amigo, que tiene un amigo... aparte de que el propio papá no podrá financiar la vaguería del vástago. Se acabarán los plazos de la tarjeta de crédito. Los griegos tendrán que vivir al nivel que tengan, y no al que les gusta aparentar que tienen.
Me animó oírle. Era la primera vez que no oía sólo quejas. Ójala tenga razón. El problema es que él es sólo UN griego, pero ¿estarán de acuerdo la mayoría?. De momento no, a juzgar por las protestas y las huelgas que ocurren día sí y día también. Aunque de sobra han demostrado los griegos su capacidad para adaptarse a cambios mayores, nunca les ha gustado que venga nadie de fuera a decirles cómo tienen que hacerlo. Y ahora todo son ordenes externas. Se tiene la sensación de ser unos peleles en manos de los Merkel, Sarkozy, Obama. Ellos hablan, los mercados se revolucionan, los griegos pasan al siguiente agujero del cinturón... y portugueses, españoles entonan un “madrecita que me quede como estaba...”
Pasará esta crisis, como pasaron las otras. Saldremos de ella mejor o peor parados. Pero se saldrá. Que no decaigan las ilusiones. A hacer las cosas bien, pasito a pasito, con orden, paz y concierto, como tiene que ser. No como políticos, no como banqueros, sino como gentes de bien. Hasta que sus rumores no nos afecten. Hasta que no tengan que decirnos más cómo hacer las cosas.
Porque de todos es sabido que cuando nos ponemos a hacer cosas, nosotros, los del sur, no solo las hacemos estupendamente, sino que nos lo pasamos mucho mejor haciéndolas.