Gramática Griega on Facebook

miércoles, 29 de octubre de 2008

ΑΝΕΚΔΟΤΑ, ανέκδοτα (anécdota)

Anécdota: Relato breve de un hecho curioso que se hace como ilustración, ejemplo o entretenimiento. Suceso circunstancial o irrelevante.

Me lo contó alguien. Le había pasado a una amiga de una amiga… a saber.

Pedro y Elena se casaron. Como regalo de bodas de uno de sus familiares medio lejanos, recibieron sendas lámparas de noche. Sin tarjeta para cambiarlas ni ningún dato del establecimiento en donde las habían comprado. Las guardaron en el armario de los trastos ya que tenían otras que, además, eran bonitas.

Pasados unos meses y cumpliendo con la tradición de invitar a casa a los familiares, se dispusieron a recibir a esos primos segundos. Probablemente no volverían a verse hasta la próxima boda familiar.

Cuando estaban a punto de llegar, Pedro se acordó de las lámparas. “Tenemos que ponerlas - le dijo a Elena- o quedaremos fatal”.

Fue al armario, las sacó de sus cajas y las colocó. Puso una en cada mesilla y las que había, las metió debajo de la cama. Total, no iban a durar mucho allí, era sólo para que los primos se fueran contentos.

Llegaron, tomaron un café hablando de naderías y recordando los escasos momentos en que habían coincidido en el pasado y poniéndose al día en los acontecimientos de la familia extensa: Pues el tío Robustiano murió el año pasado. Ya tenía 100 años el hombre. Pues Pepita, la nieta de la tía Francisca, está embarazada de gemelos y ya ha engordado 25 kilos, y solo está de seis meses…

Tras el ágape, llegó el otro momento tradicional: enseñar la casa.

La ronda no duraría mucho, ya que el piso era tirando a pequeño. Dos habitaciones, una cocina, un salón, un aseo y un baño se enseñaban en muy poco tiempo.

“…y ésta – dijo Pedro, mientras abría la puerta – es nuestra habitación”

Pulsó el interruptor, y las lámparas se encendieron… debajo de la cama.

martes, 14 de octubre de 2008

ΟΜΙΛΙΑ, ομιλία (omilía)

HOMILÍA: Razonamiento o plática que se hace para explicar al pueblo las materias de religión.

Me vais a perdonar que siga con el tema de la Iglesia Católica, pero es que es un filón.

Hace muchos años, cuando era pequeñita, iba a un colegio de monjas (sí, lo confieso, yo también he tenido un pasado oscuro). En una ocasión, ojeando una biblia de una compañera, me llamó la atención que estaba comentada, es decir, que había notas a pie de página explicando fragmentos del texto. En aquellos días pre- púberes, todo lo que tenía alguna pinta de “picante” nos encantaba. Me llamó la atención un asterisco indicando una nota a pie de página al final de la siguiente frase: “Cuando José conoció a María *”, rápidamente fui a leer la explicación, que me prometía cuasi erótica, ya que yo sabía por entonces lo que la biblia entendía por “conocer”. Mi desilusión fue terrible cuando en la anotación me encontré: “Conocer NO en el sentido bíblico de la palabra”. Pero ¿Cómo que no en el sentido bíblico? ¿Pues no lo decía la biblia?. Ahí empecé a aprender (lo terminé de aprender luego, en la carrera de derecho) lo caprichosa que era la palabra “interpretación”. Y ahora entiendo también la definición de homilía, esa charla que el cura nos daba después de leer el texto sagrado que tocara, explicándonos lo que le venía bien del mismo.

Leo hoy en El País dos textos que me llaman la atención: el primero, la noticia de que la Agencia Española de Protección de Datos ha decidido recurrir la sentencia del Supremo en la que no se consideraban los libros de bautismo como bases de datos y donde, por lo tanto, la iglesia no tenía la obligación de apuntar las apostasías. Vamos, que los curas no quieren que quede reflejado en los libros los que se “borran” (no se les vayan a llenar de tachones, digo yo).

Por otro lado, leo una de las cartas de “opinión” en la que una lectora cuenta que en 1977 se casó con su novio por lo civil, y para poder hacerlo tuvo que apostatar (me consta que era el uso, ya que mis hermanas se casaron por esa misma época y terminaron haciéndolo por la iglesia para evitar trámites y más trámites). El caso es que cuenta la señora que el representante de la iglesia frente al que apostataron, les quiso hacer saber, con aires inquisitoriales, que por esa acción suya iban a ser borrados de los libros y que además su apostasía quedaría archivada en el Tribunal de la Rota (como si de una mancha en una hoja de servicio se tratara).

¿En qué quedamos? ¿Nos apuntan o no nos apuntan?

Una vez más me viene a la cabeza la frase del actual Papa, sobre la que escribí la última entrada… “Sólo la palabra de dios es estable”.

jueves, 9 de octubre de 2008

ΔΟΓΜΑ, δόγμα (dógma)

Dogma: Proposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una ciencia. Doctrina de Dios revelada por Jesucristo a los hombres y testificada por la iglesia. Fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión.

El papa ha dicho “Los bancos caen; sólo la palabra de Dios es estable”.

Por supuesto. ¿La palabra de qué Dios?¿ El de los cristianos¿, ¿el de los judíos?,¿ el de los musulmanes?¿ el de los hindúes?….

Ah. Del cristiano, claro, ¿el de los primeros años del cristianismo, cuando las catacumbas? ¿el del primer concilio de Trento? ¿el del segundo? ¿el del Ortodoxo que deja que sus sacerdotes se casen? ¿el del Anglicano, que tienen hasta mujeres curas?

¿Sólo la del Dios Católico? ¿El que hablaba por boca de Juan XXIII y sus modernidades? (no, como son ustedes infalibles, pues por eso), ¿El que le dictaba las encíclicas a su predecesor y viajero Juan Pablo II? ¿El que se comunica con su santidad?

Es que me interesa que me lo aclare, porque entonces ¿Quién tiene razón? ¿Los Testigos de Jehová y sus negativas a la medicina moderna? ¿Los del Opus Dei y sus numerarios? ¿Los Jesuitas y la Teoría de la Liberación? ¿Torquemada y la Inquisición?

En qué quedamos al final ¿se puede usar preservativo? ¿el matrimonio es para toda la vida?, ¿Los gays pueden ser buenos católicos?, ¿Quién era María Magdalena, una santa o una prostituta?.

Podría pasarme horas haciéndole preguntas, pero claro, está usted muy ocupado decidiendo que el único método anticonceptivo que vale es el método Ogino.

Pero vamos, que sí, que sólo la palabra de Dios es estable…amén.

lunes, 6 de octubre de 2008

ΑΡΧΑΙΟΛΟΓΙΑ, αρχαιολογία (arjeología)

Arqueología: Ciencia que estudia lo que se refiere a las artes, a los monumentos y a los objetos de la antigüedad, especialmente a través de sus restos.

Todos los que hemos viajado en avión después de los atentados del 11-S hemos sufrido el incremento de medidas de seguridad en los aeropuertos. Ahora, antes de emprender un viaje en avión, tienes que ponerte a pensar muy seriamente lo que llevas en tu equipaje de mano. Ya no vale coger el bolso que utilizas siempre y salir corriendo. No, de repente te sabes de memoria cuántos mililitros tiene tu colonia, si la crema de manos es suficientemente pequeña y si el cortaúñas está guardado en el neceser de la maleta que has facturado.

Cuando viajas a menudo, como yo, te vas dando cuenta de en qué cosas se han ido volviendo más permisivos con el tiempo. En el vuelo que yo más habitualmente hago, Atenas-Madrid-Atenas, hace mucho que no me exigen abrir cada biberón o cada termo con comida para las niñas. Y no les llama nada la atención mi tarjeta multiuso Vitorinox, con sus mínimas tijeritas y el cuchillito tan mono, que suelo llevar en la cartera.

En mi último viaje, además del Atenas-Madrid, también hicimos Madrid-Londres-Madrid. En Barajas todo normal. Aunque llevaba mi neceser en el bolso de mano, casi todos los botes cumplían con la normativa, y no me hicieron que los metiera en una bolsa aparte (ya iban en una bolsa, debieron pensar mis compatriotas).

Pero no todo iba a ser tan fácil a la vuelta. En el aeropuerto de Londres me dijeron que me quitara los zapatos para pasar por el arco de detección de metales. No es que me fastidie especialmente una u otra medida de seguridad, pero me molesta mucho que no se aplique a todo el mundo por igual. En la fila a mi izquierda, no les hacían quitárselos. Así que ya me empecé a calentar.

Pasaron mi maleta por el escáner y la apartaron a un lado. O sea, que me iban a tocar las narices con algo. Y en seguida se me vino a la cabeza: la tarjetita multiuso.

Me hicieron esperar mientras chequeaban la maleta del joven que iba delante de mí: llevaba 60 teléfonos Nokia en el equipaje de mano, todo súper ordenadito: por un lado los teléfonos, por otro las cajas plegadas, los manuales, las baterías, los cargadores… y debía ser legal, porque le dejaron pasarlo, eso sí, tras hacerle sacar absolutamente todo de la maleta (y dejárselo fuera, porque ellos sólo sacan, no colocan). Y los demás esperando.

A mis espaldas, un norteamericano empezó a dar patadas a la bolsa donde llevaba su ordenador porque el celo de los agentes británicos le había hecho perder el avión (“otra vez”, decía el pobre hombre y claro, ahora se retrasaría para todos, porque tendrían que sacar su equipaje).

Tras casi quince minutos de espera (menos mal que habíamos ido con tiempo), llegaron a mi bolsa. Lo sacaron todo, pero todo. Después de seleccionar unos cuantos artículos, la señorita, que a juzgar por su rictus, había pasado muchas navidades, pero pocas “noches buenas”, fue colocando en una bandeja todos los elementos “sospechosos” que había en mi equipaje: mi monedero (con la tarjetita dentro), mi bolsa de pinturas, mi i-pod… y en otra lo que le parecía seguro: el paraguas plegable, los zapatos, la Nintendo… Me tendió un biberón con agua y me conmino a que lo probara. Lo hice. Volvió a pasar la bandeja “maldita” por el escáner y otra vez fue desechando las cosas hasta quedarse sólo con mi monedero.

Ahora ya no me daba la gana colaborar, claro, así que tuvo que mirar cada bolsillito de mi cartera (y soy de las que adoran las carteras de tamaño familiar con bolsillos, subbolsillos y requetebolsillos) hasta que encontró la tarjetita. Blandiéndola en la mano como si hubiera encontrado un arma nuclear, me espetó: You are NOT allowed to carry THIS in a plane (NO se le permite llevar ESTO en un avión). Intenté decirle que qué podía hacer yo con unas “armas” de ese tamaño, pero ella ya se dirigía a tirar mi preciada herramienta a una papelera (seguro que luego la saco y se la quedó la muy…).

Me dieron ganas de decirle. “Pero tía tonta, si no te has dado cuenta de que el biberón lleva la tapa interior puesta y podría ser líquido explosivo, porque no he bebido NADA” o “Pero so mema, no ves que si quiero secuestrar el avión amenazando a una azafata lo puedo hacer con cualquiera de las varillas de mi paraguas plegable, o incluso con el cuchillo que me van a dar y que es de verdad porque vuelo en business” (han debido hacer un estudio y llegar a la conclusión de que los pasajeros de business no utilizarán los cuchillos como arma (¿?)). Pero preferí callarme para no liarla y sobre todo para que nos diera tiempo a hacer unas compras. Eso sí, me pasé un buen rato, para desesperación de mi marido -que insistía en que sólo cumplían con su deber-, jurando en arameo y maldiciendo a la Pérfida Albión.

¿Y qué tiene que ver todo ésto –os preguntaréis- con la palabra “Arqueología”?

Pues directamente, nada, pero con la mala leche que he vuelto de Londres, y aún no siendo griega, me he metido en Facebook y me he hecho miembro del grupo: “Si queréis que os demos nuestra llama olímpica, devolvednos los mármoles del Partenón”.

miércoles, 1 de octubre de 2008

ΠΑΡΑΝΟΙΑ, παράνοια (paránoia)

Paranoia: Perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas.

Siempre pensé que cuando utilizara esta palabra en mi blog, sería para hablar de una antigua novia de mi marido. Pero no. Voy a hablar de mí.

Hace ya muchísimo tiempo, cuando era una preadolescente de unos doce años, el presidente del club deportivo en el que yo practicaba la natación me pidió, o para ser más exactos, le pidió a mi padre, que yo escribiera una historia para la recién estrenada revista de la entidad. ¿Por qué a mí?: pues porque el presidente me conocía muy bien, porque yo llevaba toda mi corta vida vinculada a ese club, porque toda mi familia era socia de siempre y porque yo era la típica niña que pegaba hebra con todo el mundo (bueno, creo que lo sigo haciendo) y era muy popular en la piscina.

Lo que tenía que escribir era el editorial, aunque en esa época yo no sabía qué significaba eso. Para mí era una redacción similar a las que pedían en el colegio, donde contaba lo que me parecía ser socia, ser deportista, ir todos los días a entrenar, todos los domingos a comer y todos los veranos a disfrutar de la piscina y de las instalaciones. No me costó mucho hacerlo. Lo escribí a vuela pluma y sin corregir (esto, me temo, también lo sigo haciendo) y se lo dí a mi padre, que lo leyó, y, tal como estaba, lo entregó al editor.

Lo publicaron y en el siguiente número de la revista, el propio presidente hizo el editorial, refiriéndose a mi artículo y elogiando mi soltura para expresarme. Mi padre me comentó que, antes de publicarlo, le preguntaron mil veces si era verdad que lo había escrito yo. Yo, desde mi inocencia, no entendía el comentario. ¿Y quién lo iba a haber escrito, sino yo?

¿Qué porqué cuento esto?, pues porque ahí se puede situar el inicio de mi paranoia. Me gustó escribirlo y me gustó que la gente lo leyera.

A partir de ese momento me he dedicado a miles de cosas, he vivido en muchas casas, en distintos países, con distintas personas. He crecido, me he casado, he tenido hijas. Muchos cambios. Pero si tuviera que decir una cosa que no ha variado en todo este tiempo, ha sido mi querida fijación: escribir.

Bien es cierto que –hasta el momento- los frutos no han sido demasiado impresionantes: no he pasado de un par de artículos para revistas de entidades “amigas”, un cuento publicado en un volumen de muchos autores y ahora este blog, que he ido llevando a trompicones desde que me mudé a Grecia.

Pero mi paranoia continúa, y ahora quiero mimarla y alimentarla. Ahora tengo tiempo y un rinconcito para mi sola donde nadie me distrae y donde cuento con todo lo que necesito para escribir.

Quieran los dioses del olimpo que mi “παράνοια” no se convierta en “τραύμα” (trauma).