Gramática Griega on Facebook

domingo, 11 de abril de 2010

ΠΡΩΤΟΚΟΛΛΟ, πρωτόκολλο (protócolo)

PROTOCOLO:1. m. Serie ordenada de escrituras matrices y otros documentos que un notario o escribano autoriza y custodia con ciertas formalidades.
2. m. Acta o cuaderno de actas relativas a un acuerdo, conferencia o congreso diplomático.
3. m. Regla ceremonial diplomática o palatina establecida por decreto o por costumbre.
4.m. Plan escrito y detallado de un experimento científico, un ensayo clínico o una actuación médica.
Me ha costado mucho decidirme por la palabra de esta entrada. He dudado -y lo sigo haciendo- entre la elegida y otra, que podría valer igual en este caso. Pero dejadme que os cuente la historia.
En la última entrada cuestionaba mi capacidad para ceñirme a las tradiciones de la semana santa ortodoxa. En concreto hablaba de la tradición del encendido de velas el sábado santo, después de las doce, o sea, cuando ya es domingo y es el día en que se supone que resucitó Jesucristo.
Me he estado documentando un poco sobre el protocolo que se sigue en tierra santa. La llegada del fuego divino se considera uno de los milagros más importantes de la fe ortodoxa. Según este, todos los años, en el mismo día (el día de la resurrección, que no coincide con el mismo día del año porque sigue el calendario Juliano, por eso muchas veces no coinciden con la semana santa católica), en la cueva donde se supone que fue enterrado Jesús, se enciende milagrosamente un fuego mientras que el Patriarca de la iglesia ortodoxa permanece dentro, esperándolo. Llega de la nada y no tiene origen terrenal, según dice el Patriarca, e incluso afirma en una entrevista que es tan especial que ni siquiera quema, porque él nunca se ha quemado la barba (luego fuera, será otra vez milagro, sí que  quema, porque se somete el santo sepulcro a altas medidas de seguridad contra el fuego). Nadie más puede entrar, nadie más lo ve, sólo saben que al cabo de un rato (el fuego suele llegar alrededor de la una de la mañana), el pope sale con el fuego en una vela y dice algo así como “es válido”, y entonces todo el mundo se pone muy contento y espera a que el sagrado fuego llegue a sus velas, algunas de ellas con 33 mechas en conmemoración de los años que pasó en la tierra el finado. 

En todas las fuentes consultadas (reconozco no haber hecho una búsqueda demasiado exhaustiva, pero unas 15 páginas web si que he visitado) Se habla de la expectación que produce la llegada del fuego y cómo los altos jerifaltes de las iglesias cristianas orientales se aprestan a expandir el nuevo fuego. Incluso se dice que “vuelos especiales aguardan para llevar el fuego nuevo a Grecia y los demás países cristianos ortodoxos”.
Preciosa costumbre ¿eh?. Es a lo que me refería en mi anterior entrada cuando hablaba de las velas que había que comprarle a las niñas para que se las encendieran con ese nuevo fuego en la iglesia.
El problema con este protocolo, sobre todo cuando se tienen niños pequeños, son los horarios. El sábado santo hay que esperar hasta que de las iglesias salga el fuego nuevo para poder encender las velas y compartir con los demás el saludo tradicional: Jristos Anesti (Dios ha resucitado), al que se contesta Alithós anesti (verdaderamente ha resucitado... aunque algún juerguista suela salir con un “¿otra vez?). Y de vuelta a casa para trazar una cruz en el dosel de la puerta con el humo que sale de la vela, y encender todas las luces que han sido apagadas antes de la visita a la iglesia, para sustituirlas por la nueva luz. Y después el cenorrio, claro. Se supone que se ha estado ayunando durante cuarenta días, y ahora es el momento de romper el ayuno. Todo el mundo se pone ciego.
A poco que se haga un cálculo, si la llama se enciende en Jerusalén aproximadamente a la una de la mañana (tienen la misma hora que Atenas), se entretiene un poco encendiendo velas aquí y allá, y luego tiene que partir en un vuelo especial a Grecia para poderlo distribuir entre las miles de iglesias ortodoxas. ¿A qué hora puede estar entregando el fuego sagrado un pope en una pequeña iglesia de, por ejemplo, la provincia de Macedonia?
Bueno, pues dejadme deciros que el milagro de Jerusalén se queda pequeño si se compara con lo que ocurre en algunas de las iglesias de la zona donde he pasado yo las vacaciones de semana santa. Allí el fuego sagrado se empezó a compartir por los fieles ortodoxos después de las nueve de la noche. O sea, más de cuatro horas antes de que se materializara en Jerusalén.
Supongo que a algún griego exaltado le gustará pensar que es porque ellos son los elegidos y lo lógico es que llegue primero a ellos (y en especial a Macedonia, de donde salió otro de los símbolos sagrados griegos: Alejandro Magno) pero la realidad es que no hay suficientes popes en la zona y el que hay, tiene que ir de pueblo en pueblo diciendo misa y administrando el fuego, y si empieza a partir de las doce, pues se le hace muy tarde al hombre. Muy práctico, a mi modo de ver. Al menos se cena a una hora mucho más adecuada.
Pero entonces, digo yo, para qué tanto fuego sagrado y tanto vuelo especial a Atenas. Que lo reconozcan como una tradición y ya está. Que no se gasten el dinerito que tanta falta hace ahora por estos lares en vuelos que transportan fuegos milagrosos (al menos el fuego de la llama olímpica sale de un rayo de sol proyectado en un espejo y no promete hechos increíbles, y además es cada cuatro años).  

A todo esto se debe la duda que os comentaba al inicio de la entrada ¿Protocolo, o Parodia?