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jueves, 18 de marzo de 2010

ΦΟΛΚΛΟΡ, φολκλόρ (folklor)

FOLCLOR: Folclore. Conjunto de creencias, costumbres, artesanías, etc., tradicionales de un pueblo. Ciencia que estudia estas materias.
Llamadme folclórica, pasada de moda, lo que queráis, que lo aceptaré, pero tengo que reconocer que hoy me he llevado una sorpresa.
La historia, sin embargo, no ha empezado del todo bien. Mi hija mayor, de cuatro años largos ya, anda de lo más díscola, poniéndonos a prueba constantemente y llevándonos insistentemente a nuestros límites. Ahora quiere esto, ahora no lo quiere. Tiene que ser la primera en todo, o se enfada. Si no haces lo que ella quiere en el momento que quiere, bronca. Y ahí estamos, capeando el temporal, intentando llevarlo lo mejor posible y a la vez sin perder los estribos para encima no darle más ideas a la niña.
Hoy, por ejemplo, la cosa ha sido con la clase de ballet. Cierto es que llevaba ya tiempo diciendo que no le apetecía ir, que se aburría, porque aquello no era bailar, sino jugar con música, y que se cansaba. Yo no tengo nada contra tan bello arte, pero tengo que reconocer que, de pequeña,  nunca me llamó la atención -yo era más de natación-   y siempre me produjo cierta fatiguita tanto rosa pastel y tanta niña fina. Por eso le decía que si no quería seguir, no seguiría, pero que entonces tampoco podría hacer la representación de Peter Pan que estaban preparando para el final de curso. Eso parecía que le apetecía más -teatrera sí que es-  y siempre terminaba diciendo: “vale, sigo, pero cuando termine lo de Peter Pan, no voy más”.
Hasta hoy. Toda vestida de rosa y tules la llevaba en el coche a la escuela de baile cuando ha empezado otra vez con la retahíla de siempre: que si me aburro, que si me canso, que si no quiero ir, que si vámonos a casa. Y me he cansado y le he dicho: Muy bien, nos vamos a casa, pero entonces no hay más ballet, ni tampoco Peter Pan. 
Ella sólo ha dicho: Vale. 
Cuando hemos llegado a casa y mientras merendaba con su hermana, le he preguntado que qué le pasaba, que porqué no quería hacer ballet, si había empezado porque lo pedía a todas horas. Me ha vuelto a decir lo de que lo que ella hacía no era ballet, que eso no le gustaba.
Entonces, ¿no te gusta bailar?, le he preguntado (algo extrañada, la verdad, porque siempre ha sido muy bailona). Si mamá, me ha dicho, bailar sí que me gusta, pero yo lo que quiero es bailar como lo haces tú. Yo lo que quiero es aprender flamenco.
No hace falta que diga que yo, bailar flamenco, lo que se dice bailar flamenco, no bailo. Pero no le hago ascos a unas sevillanas y siempre se me van los pies con una rumba.
Hoy, con las palabras de mi hija, me he sentido poco menos que Sara Baras. He hinchado el pecho, le he dicho que buscaremos una academia de flamenco, faltaría más y nos hemos ido las tres al salón, donde hemos puesto el disco “Flamenco pa’tos” de Goma Espuma y nos hemos marcado unos bailecitos tan contentas.
Ay... la vida del emigrante...