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jueves, 25 de noviembre de 2010

ΜΙΚΡΟΒΙΟΣ, μικρόβιος (micróbios)

MICROBIO: (Del gr. cient. μικρόβιος; de μικρός, pequeño, y βίος, vida). 1.m. Nombre genérico que designa los seres organizados solo visibles al microscopio; p. ej. las bacterias, los infusorios, las levaduras, etc.
Empiezan a bajar las temperaturas, y como en lo que va de otoño, el termómetro prácticamente no se ha movido de los veinte grados, empiezan a proliferar los constipados y todas sus variantes. Este año al menos nos libramos de la amenaza de la gripe A, como el pasado, que nos tuvo a todos en vilo.
Pero aquí en Grecia, y hablando de salud, me he encontrado con una amenaza aún mayor, y no se trata de enfermedades peligrosas ni altamente contagiosas, no:  se trata de  una amenaza directa a los derechos de los ciudadanos.
Os cuento: Mi marido, que es director de Recursos Humanos de su empresa, quiere poner en marcha una iniciativa que le honra y que debería ser tomada como un ejemplo en todas las empresas (me consta que hay muchas, al menos en España, que lo hacen) y ha decidido ponerse en contacto con el Ministerio de la Salud para que, un par de veces al año, organicen una campaña de donación de sangre en las mismas oficinas. Hasta aquí todo perfecto.
La sorpresa viene cuando decide poner unos carteles para promocionarlo, y toma el que el propio Ministerio ofrece para ello.  En el cartel en cuestión, además de invitar a que se done la sangre, avisan de los casos en los que no se podrá hacer. Ya los conocemos casi todos: si tienes hepatitis, si tienes sida, si eres heroinómano... pero también añade la imposibilidad de ser donante de sangre SI SUELES PAGAR PARA OBTENER SEXO o SI ERES HOMOSEXUAL.... y hacen extensivas estas prohibiciones a la pareja. 
Aun no salgo de mi asombro. Siglo XXI, un país supuestamente desarrollado, en el que la homosexualidad fue, durante siglos, una forma de relación socialmente aceptada y que se las da de habernos educado a todos, y ¿en estas estamos?
Y lo peor es que -a la vista está- no produce una reacción inmediata. A saber cuánto tiempo lleva en la calle el cartelito de marras. ¿Es que nadie lo lee?
Como comentaba con triste ironía una amiga nuestra -griega-: “Y lo raro es que no hayan dicho que tampoco pueden donar sangre los que son de otras razas”.

lunes, 15 de noviembre de 2010

ΑΠΑΘΕΙΑ, απάθεια (apázia)


APATIA: (Del lat. apathīa, y este del gr. πάθεια).
1. f. Impasibilidad del ánimo.
2. f. Dejadez, indolencia, falta de vigor o energía.

Ayer se celebró la segunda vuelta de las elecciones locales griegas. En la primera –la semana pasada- no se alcanzaron los mínimos exigidos y por eso hubo que repetirlas. Si hace una semana el 45% de los electores se quedó en casa, ayer fueron 55 de cada cien -y hasta el 70% en la región del Ática- los que no votaron, según estimaciones del Ministerio del Interior. De nada sirvió el llamamiento a la participación que realizó durante la jornada electoral el presidente del país, Karolos Papulias: "El enfado y la rabia [con el plan de ajuste económico] no se manifiestan desde el sofá, quedándose en casa".

Pero yo creo que sí, que también se demuestra quedándose en casa. O por lo menos, ahora sí lo pienso. Durante muchos años he creído que la única manera de poderte quejar de un gobierno, o de un partido, era participar en las elecciones. Dar tu opinión.

Ahora, y probablemente porque desde que vivo en Grecia la cuestión de la política me toca de más lejos y no conozco lo suficiente acerca de partidos y de programas, o quizá  porque me estoy haciendo más mayor, el caso es que esa euforia que antes me producía sentirme parte del sistema se ha ido enfriando hasta llevarme casi al extremo opuesto.

Lo cierto es que ya no tengo la certeza de nuestros sistemas políticos funcionen. Ni aquí, ni en España, ni en ningún sitio. Vemos cómo un país se vuelve loco de esperanza para, al poco tiempo, volver a caer en la apatía. Que se lo digan a Papandreu, que se lo digan a Obama, o a Sarkozy, o a Zapatero.

Los líderes políticos siguen subiéndose a las tribunas para intentar convencernos de que ahora sí. Se inventan cambios de gobiernos para hacernos creer que la cosa va a cambiar realmente. Pero al final todos pendientes de las bolsas y de los banqueros.

No sé, igual es porque “estoy de lunes”, pero para mí que en el mundo occidental, y en cuanto a lo que a política se refiere, llevamos todos “de lunes” unos cuantos años ya.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

ΠΡΟΦΗΤΕΊΑ, προφητεία (profitía)


PROFECÍA: (Del lat. prophetīa, y este del gr. προφητεία).
1. f. Don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras.
2. f. Don sobrenatural para pronunciar oráculos en nombre y por inspiración de Dios.
3. f. Predicción hecha en virtud de don sobrenatural.
4. f. Cada uno de los libros canónicos del Antiguo Testamento en que se contienen los escritos de cualquiera de los profetas mayores. La profecía de Isaías, la de Jeremías, la de Ezequiel, la de Daniel.
5. f. Juicio o conjetura que se forma de algo por las señales que se observan en ello.
6. f. pl. Libros canónicos del Antiguo Testamento, en que se contienen los escritos de los doce profetas menores.

Llevo un tiempo bastante calladita en lo que se refiere a la Iglesia Católica. Abrumada por todas las historias de pederastia y demás y también preocupada porque mi blog pudiera transformarse en una tribuna anticlerical (que lo es, pero no exclusivamente), hace ya muchos meses que no me meto con ellos. Hasta hoy.

Como casi siempre que se generaliza, al denostar a la Iglesia Católica en su totalidad, se puede cometer una injusticia. Me consta que existen muchas personas de bien que pertenecen a ella y que se sienten tan indignados como yo cuando salen a la luz alguna de sus “bondades”.

El Papa ha pasado por España. Me gustaría añadir que sin pena ni gloria, pero no es así, porque para mí ha pasado con mucha más pena que gloria. Las declaraciones (en rueda de prensa en su avión, antes de pisar suelo español) sobre la supuesta similitud de la “corriente laicista” del gobierno español con la época inmediatamente anterior a la guerra civil, me parecen deplorables. Como también me parece deplorable que el gobierno español, el elegido, mal que les pese a algunos, por una mayoría de españoles, haya aparcado la Ley de Libertad Religiosa, porque ahora –echando la culpa a la crisis- no se encuentre entre sus prioridades.

Cada día podemos ver en los periódicos muchos ejemplos de los que avergonzarse en lo que a religiones se refiere: lapidaciones, abusos a menores, inmolaciones por decreto divino, prohibiciones, injusticias y delitos, muchos delitos.

Hoy he leído en el periódico que Ali Agca, aquel turco que atentó contra el Papa Juan Pablo II, ha asegurado que recibió la orden de matarle desde el propio Vaticano. Y da nombres. Que no pasará nada, claro, que enseguida dirán que si este hombre está loco y que se lo está inventando, pero, visto lo visto, a mi no me extrañaría.

Yo, por mi parte, confío en que se cumplan las profecías de San Malaquías, y sólo quede un Papa más después de éste. Eso sí, por favor, nada de fines del mundo ni de llegadas del anticristo. Sólo libertad para encomendarte a quien te de la gana sin que te pongan reglas para ello.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

ΤΕΧΝΟΛΟΓΙΑ, τεχνολογία (tecnología)

TECNOLOGÍA:
(Del gr. τεχνολογία, de τεχνολόγος, de τέχνη, arte, y λόγος, tratado).
1. f. Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico.
2. f. Tratado de los términos técnicos.
3. f. Lenguaje propio de una ciencia o de un arte.
4. f. Conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto.
Vivir en Grecia (y encontrar tiempo para escribir) siendo madre de dos niñas en edad escolar tiene sus complicaciones. Y si además las niñas van a un colegio inglés donde tienen una semana de vacaciones cada dos meses, la cosa es todavía más difícil. Unámosle a eso las huelgas y la costumbre de cerrar los colegios (sean electorales o no), el día antes y el día después de las elecciones (el domingo hay elecciones locales), y tendremos un escenario -mi escenario- dónde poder cumplir con los compromisos se hace a veces casi imposible. (Por cierto, bienvenidos los lectores que llegan aquí a través del periódico Atenas Digital).
El caso es que cuando por fin creía que podría volver a coger el ritmo, me he tenido que enfrentar a otro problema más: la tecnología. Y junto con ella, los “tecnólogos”, o sea, los que se suponen que te tienen que arreglar el problema. En este país, lo de “se supone” está más que justificado, ya que, dependiendo de a quién te dirijas, te lo solucionarán o no. Y no me quejo por quejarme, que tengo ejemplos.
La primera cuestión que queríamos hacer, y que en principio no tenía ningún problema, era instalar un temporizador en el cuadro de luces para que los farolillos del exterior de la casa se encendieran y apagaran automáticamente. El primer electricista al que consultamos nos dijo que era imposible, pero que en cambio, sí podía tirar un cable (que se vería, por supuesto, ¿cómo lo iba a hacer si no?) desde el interruptor de las luces hasta un sensor en el exterior que haría que se encendieran y apagaran en cuanto hubiera cambios de luz. La opción no estaba mal, pero cuando se lo conté a mi marido me dijo que primero, no queríamos que se viera el cable ni tener que hacer una roza, y segundo, que estaba prácticamente seguro de que se podía hacer lo que habíamos pensado desde el principio, y que consultaría a otro técnico.
Mientras tanto, yo tenía un problema con el alcance de nuestro WI-FI, y es que la señal no me llegaba a mi estudio. Había días que sí y otros que no. Y yo tenía que organizar mi trabajo dependiendo de cómo se hubiera levantado el “Hada del Wireless”. El primer electricista consultado nos dijo que podíamos poner acceso por “Ethernet” en todas las habitaciones, pero entones seguramente perderíamos la señal inalámbrica. O sea, que no nos valía.
Me fuí a una conocida cadena de tiendas de electrónica y allí me dijeron que lo que necesitaba era un “sticker” que podría conectar por USB a mi ordenador y que intensificaría la señal. ¿Pero funciona con Mac?. Por supuesto, fue su respuesta. Pues no. Sólo funcionaba con PC’s. En el proceso de intentar por otros medios que la señal llegase a mi estudio, de repente, nos quedamos sin WI-FI. Consultados los técnicos que nos instalaron el router y la centralita de teléfono, obtuvimos las respuestas habituales, “tendremos que mirarlo” “igual hay que cambiar el router” “nos pasaremos cuando podamos”. Y yo mientras, intentando trabajar sentada en el suelo al lado del router y conectada por cable. Y desesperada.
Hoy me he levantado con la inquietud de quien no sabe a qué se va a poder dedicar durante el día, cuando ha llegado el segundo electricista al que había consultado mi marido sobre el temporizador. En veinte minutos lo había instalado. Animada por su eficacia le he preguntado “¿Y tu, por casualidad, no sabrás de ADSL y WI-FI, verdad?” Cuando le he contado mi problema me ha recomendado llamar al proveedor de telefonía. Vaya -yo también- no se me había ocurrido.
Con poca esperanza he marcado el número. Una chica muy amable me ha guiado por la maraña de WEP, WAP, IP, DSN y todas esas siglas que deben estar muy claras para quien las conoce y que a mi siempre me hacen acordarme del refrán “El que no sabe es como el que no ve”, y ¡sorpresa! el WIFI ha comenzado a funcionar.
Me he venido arriba, y he decidido acercarme a la tienda donde me vendieron el “sticker” con el ánimo de que me lo cambiaran, aunque me habían advertido que si abría el paquete no lo harían. Me ha atendido el mismo chico de ayer, al que  he informado de que, contrariamente a lo que me había asegurado, el bicho no funcionaba con Mac.
Probablemente él también tuvo ayer un mal día y hoy veía las cosas de otra manera, porque me ha dicho “Lo que tu necesitas es un intensificador de señal”. Ahhhhh! -he pensado- ¿y no es lo mismo que necesitaba ayer?. “Bueno, es que ayer no teníamos. Llegaron por la tarde y pensé que con esto te valdría”. La cuestión es que me lo ha cambiado y me he venido a casa dónde, sin querer hacerme muchas ilusiones, he seguido las instrucciones del aparato. ¡Y ha funcionado!.
Ayer lo veía todo negro -tecnológicamente hablando-, hoy me ha tocado tener suerte. Ahora sólo falta que no arrecien las huelgas ni se adelanten las elecciones generales para que tenga el tiempo suficiente para aprovechar que -por esta vez- he dado con quienes sí me han solucionado los problemas.