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miércoles, 18 de mayo de 2011

ΑΒΟΥΛΙΑ, αβούλια (abulía)


ABULIA (Del gr. ἀβουλία). 1. f. Falta de voluntad, o disminución notable de su energía.
Así llevo ya unas semanas. Que no hay manera de ponerme a escribir. Entre las clases español -que doy-, las de griego -que recibo-, y las necesidades perentorias de mis hijas, me he rodeado de excusas para no darle a la tecla. Pero hasta aquí hemos llegado.
Ayer asistí a una cena conferencia sobre la crisis griega organizada por la revista “The Economist”. El ponente: alguien a quien la crisis griega está afectando de una manera muy personal, quizá no tanto en el bolsillo como en todo lo demás. Giorgos Papandreu, Primer Ministro de Grecia.
La charla, como casi todas las charlas que en estos días podemos oír a todos los políticos del mundo, podría resumirse en “La situación es la que es” “Nosotros no tenemos la culpa de la crisis mundial” “Tenemos que preocuparnos por arreglar las cosas que no funcionan de nuestro país”. Vamos, que podría haberlo dicho cualquier líder político (bueno, cualquier líder político que no ocupe su tiempo en meterse con el líder político de al lado, ergo, nada de políticos españoles en campaña).
Comentaba Papandreu que la resolución europea que aprobaba el rescate griego se había hecho pública un domingo a las dos de la madrugada. ¿Porque son ellos muy trabajadores y no dejaron la reunión hasta tenerlo todo atado? No. La razón era que la Bolsa de Japón se desayunara con la noticia y “los mercados” -ese ente que nadie sabe muy bien como funciona- se ocuparan de animar el cotarro. ¿para bien? ¿para mal?. No lo sé.
Mientras tanto, quien había sido una de las mentes pensantes en la solución de los problemas económicos mundiales, Dominique Strauss-Kahn, pasaba su segundo día en una prisión neoyorquina acusado de intento de violación. ¿realidad? ¿montaje?. No lo sé.
En Madrid y Barcelona, un grupo de jóvenes se disponía a pasar la segunda noche a la intemperie para protestar por un sistema que no les hace sentirse representados y que les  tiene indignados. Un colectivo, “Democracia real” (real de auténtica, de verdadera, no de monárquica, ojo), que en estos días parece ser el único capaz de sacudirse la abulia que nos tiene a todos como espectadores de una realidad llena de intrigas, chantajes, montajes, insultos, paro, dificultades económicas, desorden, desesperanza... Con este panorama, ¿seré capaz de despegarme de la palabra que nos ocupa? No lo sé. 
Pero hay que intentarlo. Y hoy he visto en la página del blog en Facebook que hemos llegado a los doscientos seguidores. ¿Me leen? ¿les gusta lo que escribo? No lo sé.
Pero el hecho de estén ahí hace que me entren ganas de seguir poniendo en negro sobre blanco lo que se me pasa por la cabeza. Eso sí lo sé. Y os lo agradezco.