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jueves, 10 de septiembre de 2009

ΦΑΝΑΤΙΣΜΟΣ, φανατισμός (fanatismós)

FANATISMO: Tenaz preocupación, apasionamiento de aquel que defiende con tenacidad desmedida creencias u opiniones.


El pasado 20 de Junio en Atenas estrenamos museo: el nuevo Museo de la Acrópolis, que ha venido a sustituir al antiguo, que se hallaba dentro del recinto monumental y era pequeño e incómodo. El nuevo, al pie de la Acrópolis (y muy cerquita de nuestra embajada) es todo lo contrario: enorme y confortable. Lo visité a escasos quince días de la inauguración, aprovechando la visita de mi hermana y mi cuñado, con lo que el disfrute fue doble.


La finalización del museo se planteaba, en principio, para el año 2004, como complemento a la oferta cultural durante los Juegos Olímpicos, pero no fue posible. En cuanto se pusieron a excavar un poco se encontraron con más y más restos arqueológicos que tuvieron que seguir su propio ritmo de excavación, clasificación y proyecto de exhibición.


Pero lo que pudo parecer una rémora, no ha hecho más que añadirle atractivo al resultado ya que, debido a todos estos descubrimientos, se rediseñó parte del proyecto y surgieron esos suelos traslúcidos y transparentes (también las paredes son de cristal) que le dan una luminosidad excepcional al edificio (y no es cierto que produzcan vértigo. Si no quieres, puedes ir por la parte que tiene losas convencionales). También se pueden ver los restos bizantinos que fueron apareciendo con la excavación.


La estructura me parece conseguidísima, ya que copia la de la propia Acrópolis, con lo que la visita al museo se convierte en una réplica de la subida a la roca sagrada.


El último piso es el dedicado al Partenón: es como si estuvieras dando la vuelta al propio templo, a tamaño natural. Han reconstruido el friso a partir de los restos existentes. A la ventaja de tener los mármoles prácticamente a la altura de los ojos, se suma una experiencia mágica: la vista del propio Partenón, del original, a través de las cristaleras. Es una visión que sobrecoge, que emociona.


Además ahora, con esta forma de exposición, es evidente lo que falta, y lo que se han llevado otros. Debajo de cada fragmento reproducido en escayola, y en el caso de que no se una de las partes desaparecidas con el paso del tiempo, hay una placa con información acerca de dónde se encuentra actualmente. El British Museum, como de todos es sabido, se lleva la palma. De hecho, se criticó mucho al director del museo por señalar tan claras ausencias durante la inauguración oficial e insistir una y otra vez sobre la necesidad de que sean devueltas. Es un tema complicado, ya que, aunque los ingleses siempre han sostenido que ellos no robaron nada, sino que se lo llevaron para evitar que lo saquearan los turcos, lo cierto es que como el British Museum (y casi todos los museos arqueológicos) se ponga a devolver lo que tiene que pertenece a otras culturas, se va a quedar sin nada. Pero lo que es evidente es que Grecia tiene ahora dónde ponerlos, a salvo de saqueos, y no necesita que nadie se los cuide.


El museo cuenta con un excelente documental, realizado por Costa-Gavras, en el que se muestra una recreación interesantísima de las distintas etapas vividas por el Partenón. Desde los tiempos en que se realizó su construcción, hasta nuestros días, se pueden ver una superposición de imágenes realizadas con ordenador, en donde van apareciendo los distintos grupos humanos (geográficos, raciales o religiosos), que fueron intentando cambiar la imagen o el cometido del templo milenario. Por allí se ven aparecer a los guerreros persas quemándolo todo, a los soldados turcos echando abajo las esculturas que lo coronaban, a los sacerdotes cristianos despojándolo de sus figuras paganas y colocando una gran cruz en su frontal.


Sin embargo, desde hace una semana, a estos últimos ya no se les ve, y a ellos (a los sacerdotes cristianos ortodoxos, en este caso), es a quienes les quiero dedicar mi palabra de hoy, ya que sólo puedo calificar de fanatismo el hecho de que este grupo haya conseguido que corten del documental las escenas en las que aparecían los religiosos saqueando el Partenón.


La excusa que ha dado el director del museo, Sr. Dimitris Pantermalis, es que aunque es un hecho histórico que los cristianos dañaron el templo, no sabemos si fueron clérigos los que lo hicieron.


Sr. Pantermalis, si no lo hicieron ellos, seguro que estaban dirigiéndolo desde abajo. Y además, ¿quién puede ofenderse por una representación por ordenador de lo que fue una realidad?.


Bueno, pues ellos, desde su fanatismo, sí se ofenden. Y lo que es peor, logran que corten la película. A ver si ahora que las ven más de cerca, van también a pensar que las escenas del friso son “cristianamente incorrectas”, y van a exigir que las tapen.


No, si al final va a resultar que los restos del Partenón van a estar más seguros en Inglaterra.