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lunes, 23 de marzo de 2009

ΑΝΑΛΟΓΙΑ, αναλογία (analogía)

ANALOGÍA: Relación de semejanza entre cosas distintas. Razonamiento basado en la existencia de atributos semejantes en seres o cosas diferentes.

Y de nuevo con la iglesia hemos topado. Ahora, con sus representantes españoles, los obispos, que se han puesto en plan tan moderno que no sólo se van “de manis”, sino que hacen campañas de marketing.

La última, la que va en contra de la ampliación de la ley del aborto, y que presenta una analogía entre la protección que se da al lince ibérico y la desprotección que se da a un nasciturus (publicidad engañosa, un nasciturus no es un bebé rollizo y feliz, como para denunciarles en la oficina de protección al consumidor). Un bebé que, al hilo de lo que escribe hoy Almudena Grandes en su columna de El País, no estaría tan protegido por la iglesia si, al hacerse mayor, resultara ser, por ejemplo, homosexual, o si hubiese sido concebido con ayudas genéticas para salvar a un hermano. Y a ver quién protege al pobre niño si se da de bruces en su peregrinar por la vida con uno de los pederastas que tanto proliferan últimamente en las filas de los de las sotanas.

Qué ridiculez. A mí, las últimas “actuaciones estelares” de la Iglesia Católica (la susodicha campaña, las afirmaciones del Papa en Africa), me han dejado la materia gris bastante perjudicada, y no se me ocurre mejor manera de mostrar mi rechazo a tanta estulticia, que redirigiros a dos páginas web. Una, el blog de David Carrascosa, “Peón de Brega”. Os recomiendo que leáis la carta que le ha mandado al portavoz de los obispos, haciendo una exposición magistral (y basándose para ello en el catecismo católico) de los errores de los que adolece la campaña. La segunda, “Las Linces”, un grupo nacido en Internet, que protesta por la acción de los obispos y lo hace, por un lado, desde la razón y la buena documentación, y por otro desde el humor. Impagables sus carteles de “contracampaña”.

He de añadir, no obstante, que hay algo con lo que estoy de acuerdo en todo este disparate. A ese niño hay que protegerlo… pero de la Iglesia Católica. De hecho, hoy me siento orgullosa de que ningún miembro de la generación más joven de mi familia haya sido bautizado, ni haya mostrado a día de hoy ninguna intención de serlo. Quizá , y ya que borrarse de la iglesia católica resulta a veces tan complicado, ver que se apuntan cada vez menos, les haga bajar de sus púlpitos y sus campañas de marketing y les haga más conscientes de no hacen tanto bien como predican.